sábado, 6 de noviembre de 2021

MENOS QUE HORMIGAS

 ¡Qué fatuos somos los seres humanos! En el capítulo uno, versículo veintiocho, afirma el Génesis que, al expulsarlos del jardín del edén, dijo Dios a Adán y a Eva: "Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra." Esta es una de las frases más brutales y siniestras de un libro de libros en el que no son este tipo de expresiones las que escasean. Y es brutal y es siniestra porque desde la antigüedad más remota hasta el día de hoy en ella se han amparado y se amparan todos los que, de un modo u otro, se afanan en exprimir la tierra, sacando de ella el máximo de jugo posible únicamente para colmar su ambición y su avaricia, sin advertir o importándole muy poco, porque Dios proveerá, que tal forma de proceder lleva exclusivamente a un callejón sin salida.

En la actualidad somos ya más de siete mil millones los seres humanos que habitamos el pequeño planeta al que denominamos Tierra; para final de siglo, si nada lo impide, serán más de nueve mil millones, y no sólo no lo dominamos, como ponen de manifiesto el reciente terremoto de Haití y el actual volcán de la isla canaria de la Palma, sino que lo estamos arrasando hasta el punto de, si no ponemos freno a nuestra ambición, y no parece que vayamos a ponerlo, nuestra desaparición como especie está servida.


Nos convendría ser bastante más humildes, no ante ningún dios, que aquí no cuenta absolutamente nada, sino ante las ciegas fuerzas que se encuentran en nuestro origen, para las cuales apenas alcanzamos el estatuto de hormigas. Recuerdo cuando, de niño, en aquella España negra, analfabeta y más bien asalvajada, junto con otros amiguetes, orinábamos en los hormigueros o cómo de un pisotón, que se llevaba por delante a unas cuantas, creamos el desconcierto en alguna de sus perfectas hileras. 
Pues para las fuerzas de la naturaleza, propias, por así decir, e inducidas por nosotros mismos, como el calentamiento global producido principalmente por las emisiones de anhídrido carbónico y de metano, no somos más que simples e insignificantes hormigas y ni siquiera eso, porque las hormigas tienen al menos la inteligencia suficiente para desarrollar su vida sin destruir el medio natural en el que habitan. Quizás hemos alcanzado el punto de no retorno en el que ya no importe nada que logremos comprenderlo y admitirlo para actual en consecuencia.

2 comentarios:

  1. Que verdad Rafael, en una conferencia de una Dra. de una categoría científica exagerada, nos habló de las hormigas y que estas eran un medidor de biodiversidad, donde había, existía la esperanza pero donde no había era mal asunto. En algún paseo campestre he observado que cada vez hay menos. Y en cuanto a la fatuidad humana, esa magnitud se puede ver en una escala planetaria, como se puede ser tan soberbio cuando somo unos seres miserables dentro de una bolita (a nuestros ojos) azul, e insignificante dentro de trillones de bolitas colgadas del espacio. Yo muchas veces he pensado cuando sufrimos una infección en el cuerpo los virus o bacterias saben a quien están jodiendo, en absoluto, lo suyo es subsistir pero no conocen al huésped o arrendador.

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  2. Es que, además, Paco, hoy mucha gente exhibe una seguridad que causa verdadero pasmo. Hemos escondido también la muerte de tal manera que muchos se creen inmortales. Ya no se ven entierros por las calles, en los tanatorios, el muerto está en un recodo de la sala de manera que hacer el esfuerzo de verlo. Yo, que asistí de niño a más de un velatorio, que, lo mismo que tú, hemos visto aquellos entierros con coches de caballos, etc. me admiro profundamente. Ves luego cómo se antepone la economía al desarrollo de medidas que frenen el cambio climático, como si no fuera siempre mucho más cura curar que prevenir, que a veces, además, cuando echamos mano la cura es imposible y. no sé, yo no soy pesimista, pero la verdad es que no veo salida. Yo no lo veré, pero no es bueno el camino que llevamos. Las generaciones futuras, un futuro no muy lejano, nos van a maldecir. Y con razón. Oyes, por otra parte, muchos comentarios acerca del volcán de La Palma y es como si la Naturaleza tuviera que darnos una explicación por su actividad o estuviéramos en el derecho de pedirle cuentas. En fin...

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