domingo, 24 de marzo de 2024

EL CATECISMO DEL PADRE RIPALDA

Jerónimo Ripalda fue un aragonés de Teruel donde nació en 1535, profesó como jesuita y falleció en Toledo en 1618. De ascendencia vasca, que luego nos echan todos los muertos a los andaluces, fue profesor en los colegios jesuitas de Plasencia, Ávila y Valladolid, llegando, posteriormente, a ser rector del colegio de Salamanca, época en que fue confesor de Teresa de Jesús.
Este buen hombre escribió un catecismo cuya primera edición tuvo lugar en 1591, conociéndose desde el primer momento como el Catecismo del padre Ripalda, o, coloquialmente, el Ripalda, a secas. Este catecismo fue coetáneo de otro escrito por el también jesuita Gaspar Astete (Coca de Alba, Salamanca, 1537-Burgos, 1601), catecismo que se conoció como el Astete. Ambos libritos plasman puntualmente las conclusiones del Concilio de Trento (1545-1563) y estuvieron en vigor durante cuatrocientos años, hasta el Concilio Vaticano II, del que emergió el Catecismo de la Iglesia Católica. Los dos catecismo formaron parte importante de la asignatura de religión durante la dictadura franquista, el Astete de Madrid hacia el norte y el Ripalda de Madrid hacia el sur.
Como quiera que la de religión nunca fue una asignatura propiamente dicha, sino catequesis pura y dura, lo mismo que, quizás más suavizada, sigue siendo hoy, los niños de mi generación tuvimos que aprendernos de memoria el contenido íntegro del librito, con ocho, nueve, diez años. La verdad es que visto con los ojos de hoy, cuando lo releo, resulta incluso cachondo. Ya el arranque, al que el tal Ripalda, llama Prolegómeno, es apoteósico. Aquí va:
                 "Todo fiel cristiano
                  está muy obligado
                  a tener devoción
                  de todo corazón
                  a la Santa Cruz
                  de Jesucristo nuestra luz
A continuación, sigue con todo lo que debe conocer y practicar un cristiano católico desde la señal de la cruz, incluido cómo debe persignarse y santiguarse, hasta el acto de contricción, pasando por el padre nuestro, el ave María, el credo, la salve, los mandamientos, de la ley de Dios y los de la Iglesia, las obras de misericordia, los pecados capitales, las Bienaventuranzas, etc. etc. Cada epígrafe con su texto completo, no meramente con el título. Por ejemplo, el padre nuestro, entero; lo mismo el credo, los mandamientos, en fin, todo. Nada menos que veintiún epígrafes.
Con todo, lo más interesante y también descacharrante es la serie de exactamente cuatrocientas sesenta (460) preguntas y respuestas en forma de diálogo entre un supuesto sacerdote (el Ripalda, claro) y un alumno. A título de ejemplo, y con el lenguaje actualizado, tal y como yo me las tuve que aprender, transcribo algunas de estas preguntas y respuestas, escogidas casi al azar.
nº 2.- ¿Eres cristiano?
          Sí, por la gracia de Dios
nº 3.- ¿Qué quiere decir cristiano?
          Hombre de Cristo, cuya fe profesó en el bautismo. 
¿Como se ve, el catecismo iba dirigido a los hombres y es que el Ripalda este debía creer todavía que las mujeres carecían de alma, como se había discutido hasta no hacía mucho, y eran poco más que animalitos. Pero, además, qué fe íbamos a profesar ni a profesar nosotros si nos bautizaban por... narices a los ocho o diez días de nacer)
nº 20.- ¿A qué está obligado el hombre primeramente?
                 A buscar el fin último para el que fue creado
nº 21.- ¿Para que fin fue creado?
           Para servir a Dios y gozarle
nº 30.- ¿Quién compuso el Credo?
           Los apóstoles 
(Mentira absoluta, comprobable, aunque no entonces, claro)
nº 46.- (Después de decir que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios)
            ¿Son pues tres dioses?
            No, sino uno en esencia y trino en persona. 
(Y qué carajo quería decir esto)
nº 63.- ¿Cuántas naturalezas hay en Cristo?
           Dos, divina y humana
nº 64.- ¿Cuántas personas?
           Una, que es divina 
nº 65.- ¿Cuántos entendimientos?
           Dos, divino y humano
nº 66.- ¿Cuántas voluntades?
           Dos, divina y humana
nº 67.- ¿Cuántas memorias?
          Una: humana, ya que en cuanto Dios lo tiene todo presente.
           (Todo un galimatías teológico, para niños, repito, de 8, 9 ó 10 años. No hay quien lo entienda de adulto, ni ellos, lo íbamos a entender nosotros)
nº 87.- ¿Qué es la gloria?
           El conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno
nº 89.- ¿Qué es el infierno?
           El conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno.
nº 90.- ¿Qué pena padecen los condenados?
           Pena de daño y pena de sentido
nº 91.- ¿En qué consiste la pena de daño?
           En carecer de la vista de Dios
nº 92.- ¿Y la pena de sentido?
           En padecer para siempre tormentos indecibles y horrorosos.     
      Y
a está bien, que, como muestra, me estoy pasando. No entendíamos nada, claro o casi nada. Luego, las preguntas y las respuestas se olvidaban pronto, pero el sustrato de toda aquella porquería quedaba grabado en el cerebro, que es lo que los interesaba, y les interesa, a ellos, de manera que más tarde, a medida que ibas leyendo, razonando, etc., costaba no poco sufrimiento echarla fuera, si es que te dabas cuenta de que debías echarla.


Imágenes: Pinterest
  

lunes, 18 de marzo de 2024

SUSTANCIA

Hueso de jamón

1.- ¿Se vive como se come o se come como se vive? Expertos en nutrición aducen pruebas con las que pretenden demostrar que somos lo que comemos. Sin embargo, basta mirar a nuestro alrededor para comprobar que, en realidad, comemos según lo que somos. El goloso, por ejemplo, buscará la dulcería con ahínco, el glotón no saciará nunca su hambre, el rico comerá por completo distinto del pobre y el plato del pobre, a su vez, no se asemejará en nada a la triste escudilla del mendigo.

Cocinando el puchero

2.- En los años cuarenta del siglo pasado, mientras el hambre desgarraba los estómagos de la mayoría de los españoles y los fusiles continuaban acribillando personas, ahora en el interior de las cárceles, un hombre caminaba con un hatillo al hombro por las calles de Málaga. De tanto en tanto, se llevaba la mano a la boca a modo de bocina y gritaba: ¡Sustancia! ¡Sustancia! ¿Vendía algo aquel hombre? ¿Estaba desquiciado? Ni una cosa ni la otra: alquilaba por minutos un hueso de jamón y un trozo de tocino para que las amas de casa alegraran el puchero. Tuve conocimiento de esta anécdota muchos años más tarde.

Iglesia de las Esclavas,
antigua de San Juan de los Caballeros

3.- El de las Esclavas del Sagrado Corazón, cuya fundadora, Rafaela María Porras y Ayllón (Pedro Abad, Córdoba, 1850- Roma 1925) fue elevada a los altares por Pablo VI en 1977, era el convento más rico de Córdoba. No sé si lo sigue siendo. Tenía un colegio femenino de pago, en el que cursaban los estudios las hijas de las familias más acomodadas de la ciudad y de la provincia, muchas de ellas como internas. Comprometidas, cómo no, con la caridad, esa virtud tan católica, las monjas mantenían una sección independiente, con entrada distinta, como hacían los salesianos, para niñas pobres. Mi hermana formaba parte de este grupo. Mi madre estaba obsesionada con nuestra formación y, aunque no era nada religiosa, no paró hasta que vio a su niña en el que creía el mejor colegio de Córdoba, lo mismo y por la misma razón que había conseguido que yo ingresara en los salesianos.

4.- Muchas vece entré yo en aquel convento y recorrí hasta los rincones más alejados de la clausura. Acompañaba a mi padre a realizar trabajos de carpintería: recomponer unos pupitres, tapizar un reclinatorio, arreglar una de aquellas persianas de duelas de madera que tanto costaba subir, etc. Durante un tiempo circularon por Córdoba unas capillitas, de aquellas que iban de casa en casa, formadas por un arco ojival con una estampa de la madre Rafaela, entonces aún Beata, y un cajoncito para las limosnas. Empezó haciéndolas mi padre y terminé haciéndolas yo. Cosas de la informalidad paterna, que yo no podía sufrir.

Imagen de las capillitas

5.- Debió ser en mil novecientos sesenta y uno o sesenta y dos. Para entonces, el hambre empezaba a ser ya un triste recuerdo en el país, gracias principalmente al dinero que enviaban a sus familias los cientos de miles de españoles que habían emigrado a Europa (llegaron a ser más de dos millones), sobre todo, a Alemania. Era invierno, febrero, no lo olvidaré, un día lluvioso, casi negro, tristísimo. Mi padre y yo llegamos al colegio para arreglar una persiana en la cocina en la que se preparaba la comida para las niñas pobres. Atravesamos un par de corredores, bajamos una escalera que llevaba a un semisótano en el que estaba la cocina, con ventanas a un patio interior, abrimos la puerta y allí estaba: En el fogón crepitaba una olla de cocido y sobre ella colgaban un trozo de tocino y un hueso de jamón que la hermana María, la cocinera, introducía y sacaba del puchero repetida y brevemente mediante un cordel pasado por una garrucha que colgaba del techo.

Cocido con su substancia de verdad

6.- Aquel día me quedé de piedra, pues nunca había visto nada igual. Pero mucho tiempo después, un amigo me contó la anécdota del alquiler malagueño, entonces recordé a la hermana María en la cocina de las niñas pobres y, espontáneamente, grité yo también: ¡Sustancia! ¡Sustancia!, desconcertando por completo a mi interlocutor.

viernes, 8 de marzo de 2024

LA RELIGIÓN COMO COARTADA

Con harta frecuencia veo en las redes sociales, o escucho de viva voz en los bares, que a ver si tal o cual mujer que en España, y en general en el mundo occidental, expresa una opinión o muestra un comportamiento liberal es capaz de hacer lo mismo en un país musulmán, dando a entender, y en ocasiones diciéndolo abiertamente, que en los países musulmanes las mujeres están calladitas, sin atreverse a sacar ni medio pie del plato. Quienes sostienen tal reproche suelen ser hombres, hombres a los que parece darles pánico las mujeres que no se sujetan ni a la moral ni a las normas tradicionales de dependencia del varón.
Bien, pues tal afirmación o es fruto de un completo desconocimiento de lo que está ocurriendo en los países islámicos o, más comúnmente, es una gran falacia. Porque las mujeres en esos países llevan décadas luchando por conseguir su libertad frente a la opresión machista disfrazada de moral religiosa. Y a la vanguardia de esa lucha se encuentra actualmente Irán. 
El actual régimen de los Ayatolás, juristas islámicos, esto es, alfaquíes y ulemas, se instaló en Irán en 1979, encabezado por el famoso Jomeini (1902-1989), tras derribar el régimen de Mohammad Reza Pahlevi (1919-1980), Shah del país, que por entonces mantenía el nombre histórico de Persia. El Shah, que había accedido al trono persa en 1941, sucediendo a su padre, se había propuesto modernizar el reino, pero fue evolucionando hacia el autoritarismo, hasta el punto de que acabó creando la temible SAVAK, policía secreta que contaba en sus filas con hasta quince mil agentes. Pero pasar de un régimen laico, aunque autoritario, a uno religioso fue salir de un abismo para caer en otro peor.
Jomeini pasaba por místico y hasta había escrito poesía en esta línea, cercana, según los expertos, a  San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús,  pero era en realidad un alfaquí chiita experto en la sharía, ultraconservador y ultra egotista, para el que democracia y prostitución venían a ser la misma cosa. Por autodefinición, el suyo fue el Gobierno de Dios, de manera que cualquier disidencia se catalogaba como una "rebelión contra la divinidad." 
La religión utilizada una vez más como coartada y, al mismo tiempo, como herramienta para controlar duramente no sólo las actividades, sino hasta los pensamientos más íntimos de la gente, en beneficio exclusivo de una minoría privilegiada. Una de sus medidas que más resonancia internacional tuvo fue la fatwa, es decir, la condena a muerte allí donde quiera que estuviese, contra el novelista Salman Rushdie por su novela Los versos satánicos. Pero, sin lugar a dudas, el acto más duro fue la ejecución en 1988 de disidentes políticos: comunistas, fedayines y muyahidines, en un número que no ha podido establecerse con exactitud por el secretismo del Estado, pero que pudo llegar a los treinta mil (30.000).
Con todo, las más perjudicadas fueron las mujeres, que si durante el reinado del Shah eran cada vez más libres, pasaron a un estado de semiesclavitud, bajo el absoluto control masculino. El nuevo régimen, que se prolongó tras la muerte de Jomeini en 1989, sustituyó la temida y odiada policía del Shah, por una ¡policía moral!, que se encarga principalmente de controlar la estricta vestimenta que están obligadas a llevar las mujeres, especialmente el velo o hiyab
Desde Jomeini, multitud de mujeres se han venido y se vienen oponiendo a esta situación. En esta lucha, la figura más destacada es la de Nagar Hammadi (Zanjan, 1972). Licenciada en Física y periodista, ya desde su época de universitaria destacó por su defensa de los derechos humanos y, concretamente, de las mujeres. Como consecuencia de su actividad ha sido detenida en numerosas ocasiones, cumpliendo distintas condenas en las prisiones iraníes. En 2010 fue condenada a once años de cárcel por atentar contra la seguridad nacional, según la acusación gubernamental, aunque un tribunal de apelación le rebajó a seis años, de los que sólo cumplió cuatro. Pero fue detenida de nuevo en 2015 y condenada a diez años. En 1990 se casó con el también periodista y reformista Tagh Rahmani, con el que tuvo dos hijos gemelos. En 2012, tras varias detenciones y temiendo por su vida, Rahmani, de acuerdo con Nagar, se exilió con sus hijos en Francia.
La policía moral cuenta con carta blanca para actuar contra las mujeres que, a su juicio, no van adecuadamente vestidas. Son numerosas las que a lo largo de estos años han pasado por sus garras, dando ocasión a protestas que no dejaban de ir en aumento. En septiembre de 2022, Mahsa Amini, una chica de veintidós años perteneciente a la minoría kurda,  fue detenida mientras visitaba Teherán en compañía de su hermano por, al parecer, no llevar el velo adecuadamente puesto. Trasladada a las dependencias policiales, murió como consecuencia de las torturas a que fue sometida. Tal hecho produjo un levantamiento principalmente de mujeres, pero también de bastantes hombres, bajo el lema Mujer Vida y Libertad, con grandes manifestaciones pacíficas en las calles. El régimen respondió violentamente. Hubo cientos de muertos, incluidos niños y niñas, y miles de heridos, bastantes de ellos ciegos, porque la policía disparaba perdigones. Luego, seguirían detenciones arbitrarias, con más de veinte mil (20.000) arrestados, bastantes de ellos pasados por las armas. Y la policía moral sigue actuando a su capricho contra las mujeres. El 22 de octubre de 2023, en el metro de Teherán, varios de estos policías golpearon hasta dejarla en coma por no llevar puesto el velo a Armita Geravand, otra chiquita, de sólo diecisiete años, que moriría poco después en el hospital militar, al que fue llevada.
En estos momentos hay en las cárceles iraníes varios miles de mujeres condenadas por su lucha en favor de la libertad, muchas de ellas en celdas de castigo. Precisamente, en 2022, Nagar Hammadi, publicó el libro Tortura Blanca, con testimonios, en forma de entrevistas, de catorce mujeres encarceladas, incluida ella. Las catorce han sufrido esa tortura blanca que es  tanto física como psicológica y que consiste en el aislamiento absoluto en recintos donde apenas puede moverse el detenido, con luz, con música estridente, o con ambas al mismo tiempo, durante las veinticuatro horas del día. El libro, que ha sido publicado en España por Alianza Editorial, fue presentado recientemente en Madrid por el marido de la autora, Tagh Rahmani, y se encuentra fácilmente en las librerías. El año pasado, 2023, se le concedió a Nagar el Premio Nobel de la Paz, pero sigue en la cárcel, tan controlada que el régimen, muy religioso, pero carente por completo de piedad, no le ha permitido siquiera asistir al entierro de su padre, muerto hace sólo unos días.
Hoy, ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, bien haríamos desde Occidente y, en concreto, desde España en decir menos tonterías de las mujeres islámicas y apoyar con todos los medios posibles sus luchas, que no se circunscriben sólo a Irán y que deberían ser también las nuestras.

Imágenes de Internet.
La primera, de Nagar Hammadi,
La segunda, de Jomeini
La tercera, de Salman Rudhie
La cuarta, de Mahsa Amini
La quinta es obvia, portada del libro Tortura blanca.



martes, 5 de marzo de 2024

CAMINO

He vuelto a ver la película Camino, ahora en Prime, y de nuevo he vuelto a experimentar el cúmulo de sentimientos encontrados de la primera vez. La película es impresionante, no en vano se llevó un montón de premios en los Goya de 2008. Cuenta el calvario padecido por una adolescente de 14 años desde el momento en que sufre los primeros síntomas de un cáncer en el cuello hasta su fallecimiento, cinco meses después. Tiene secuencias estremecedoras, como las distintas operaciones que sufre la chiquita, secuencias que, no obstante, fueron tratadas por el director, Javier Fesser (Madrid, 1964), con enorme delicadeza, lo que le confiere un dramatismo todavía mayor. El director, además, conjuga con gran habilidad dosis semejantes de verismo y de imaginación, de manera que, en ocasiones, recuerda a Alicia en el país de las maravillas.
Con todo, lo más angustioso de la cinta no es el sufrimiento de la adolescente, sino el comportamiento de los personajes que la rodean. Trato de escribir con la mayor calma posible, pero no sé si voy a conseguirlo. La madre de la muchachita y una tía, así como una hermana algo mayor, pertenecen al Opus Dei, lo mismo que los médicos que la atienden en el último estadio de su enfermedad y los dos sacerdotes, cuyo único objetivo es que la niña ingrese en la Obra antes de su muerte. Y es aquí, en el tratamiento de estos personajes, inspirados en la realidad, donde el director se muestra más verista, sin llegar en ningún momento a la exageración o 
 a la truculencia. Y aún así, la actitud de estas personas ante el sufrimiento de la niña resulta absolutamente repugnante, de manera especial la de los dos sacerdotes. Ninguno de los dos experimenta el más mínimo dolor, mucho menos compasión, sino que, incluso llenos de una soberbia melosa, hipócrita, repiten una y otra vez que Dios llama a su lado a la enferma porque la ama y que sus padecimientos constituyen prueba evidente de que el amor divino es extraordinario. Producen, a mí, al menos, me han vuelto a producir el mismo asco de la primera vez que vi la película, de nuevo me daban ganas de gritarle: ¿pero qué clase de monstruos son ustedes y qué clase de verdugo es ese Dios que no le basta con llevarse a la niña, sino que además tiene que hacerlo en medio de horrorosos tormentos? ¿No tienen ustedes piedad? 
El Opus Dei es una secta, una secta de las que, si no imposible, resulta sumamente difícil salir. En la película se describe muy bien este hecho mediante el personaje de la hermana de la protagonista, una pobre infeliz que, como tantos, entra en la Obra tras un desengaño amoroso provocado por la madre. Los miembros del Opus, rígidamente separados entre sacerdotes, que son los mandamases, y los siervos, y entre hombres y mujeres, éstas como sirvientas de aquéllos, muestran al mundo un fervor y una entrega a Dios que para muchos puede que resulte loable. Pero se trata de una tremenda impostura. Lo único que buscan es su seguridad. Instalados en el trono de la certeza, que es el más repugnante de los tronos, niegan el riesgo de vivir y niegan, en consecuencia, el dolor inherente a la vida, sublimándolo como un don del amor de Dios, sobre todo cuando se trata de vidas ajenas, como la  de la chiquita en la película. Con esta actitud, pretenden pasar por héroes. En realidad, no son más que un fraude, porque ante un dios como el que ellos dicen adorar, ante ese malvado ídolo que, ahíto de sangre, exige todo el sufrimiento posible de sus criaturas, a un ser humano honrado no le queda otra salida que la de la rebelión, aunque con ello lo único que consiga sea la desintegración total o el castigo eterno. Y es más fraude aún cuando, a pesar de la omertá que utilizan como un escudo, hoy todo el mundo sabe, menos el que no quiere saberlo, que lo que de verdad les interesa es el dinero y el poder.

La película constituye una importante denuncia de esa hipocresía. Y es una denuncia mayor porque no se trata de una obra de ficción pura, sino que está inspirada en la vida real de Alexia González Barros, una muchachita que falleció en 1985, a los 14 años, víctima de un cáncer que le producía tremendos dolores, perteneciente a una familia del Opus Dei. El papa Francisco le ha restado poder a esta institución, pero en 2018 declaró Venerable a la niña, paso previo para su beatificación y subida a los altares, algo que, sin duda, no tardará mucho en conseguir la Obra fundada por José María Escrivá de Balaguer, un hombre de una humildad maravillosa, beatificado por Juan Pablo II el 17-5-1982 y canonizado pr el mismo papa, ¿por quién si no? el 6-10-2002. Sus biógrafos, por cierto, suelen pasar de puntillas por el hecho de que el Fundador o el Padre, como le llamaban, pugnó durante buena parte de su vida por conseguir un título nobiliario, título que acabaría logrando, el de marqués de Peralta,  después de cambiar su nombre de José María por el muchísimo más humilde de Josemaría.


sábado, 2 de marzo de 2024

EL SECRETO DE LA GALLINA NEGRA

¿Quién no ha soñado alguna vez con ver cumplidos todos o, por lo menos, alguno de sus deseos? ¿Quién no ha soñado que le tocaba la lotería, pero bien, como para no tener que preocuparse nunca más del dinero? ¿O volver a ser joven y pasar una noche de pasión con fulano o con fulana? ¿O montar en globo y dar la vuelta al mundo no en ochenta días, sino en ochenta años? Qué se yo, se sueñan tantas cosas.
Pues bien, hasta hace poco menos de una semana yo también creía que los sueños no son más que sueños y que, como afirmaba Buda, son los deseos los que amargan la vida de los seres humanos. Hoy, sin embargo, puedo asegurar que hay sueños que son más que sueños, porque se cumplen; lo mismo que es posible conseguir todo, pero todo, cuanto se desea: desde hace exactamente cinco días puedo ver cumplidos todos y cada uno de mis deseos, no tengo ni que enunciarlos con la boca, me basta con pensarlos. No crean que hablo de dinero, no, ¿para que querría yo el dinero ahora que lo tengo todo gratuitamente?
Podría callar y disfrutar yo solo de este maná que fluye y fluye y no dejará de hacerlo nunca. Pero yo soy un hombre solidario, de manera que voy a revelarles el secreto para que usted, amable lector o lectora, puedan vivir también todas las emociones que estoy viviendo yo. Tomen nota: Hay que coger una gallina negra, virgen y que no haya puesto nunca un huevo y hay que cogerla a las once de la noche, por el cuello, para que no cacaree. Seguidamente hay que salir al campo y a las doce en punto de la noche trazar en el suelo un círculo con una vara de ciprés, dentro del cual es necesario colocarse y proceder a partir en dos la gallina, desde la cabeza al culo, al tiempo que se dicen textualmente estas palabras: "Eloim, Essain, frugativi et apellati." Et voilá: en ese momento aparecerá el demonio, manso como un corderillo y dispuesto a conseguiros todo cuando deseéis. Este ritual sólo hay que hacerlo una vez, con ella basta para tener al señor de los infiernos enteramente a vuestro servicio. Y gratuitamente, sin venta del alma ni historias.
Evidentemente, el truco no es mío. Se lo debo a San Cipriano de Antioquía. Este buen hombre nació hacia la mitad del siglo III. Pertenecía a una familia pagana con magos y sacerdotes en sus filas. Al nacer, sus padres lo consagraron a la diosa Afrodita, llamada también Cipris, porque se creía que había nacido en la isla de Chipre, de ahí el nombre de Cipriano. Durante su juventud viajó a Caldea y a Egipto, territorios de larga tradición mágica, donde aprendió a practicar la magia, tanto blanca como negra. 
A él se debe El tesoro del hechicero o Libro magno de San Cipriano, en el que reunió una curiosísima serie de ritos y conjuros mágicos, así como una extensa relación de artes adivinatorias, como, a título de ejemplo, la cefalomancia, empleada para saber si una persona ha cometido un crimen o ha participado de algún modo en él; la dafnomancia, o adivinación por medio de hojas de laurel; la teratoscopia, o adivinación por medio de las nubes; o la xilomancia, adivinación por las ramas del primer árbol con que el mago se encuentra.
Cipriano ejerció la magia en Antioquía, después de su regreso, hasta que conoció a la cristiana Justina. Este hecho sucedió cuando un joven le pidió su intercesión para lograr el amor de la muchacha, de la que estaba perdidamente enamorado. Cipriano le aseguró que muy pronto tendría a Justina entre sus brazos, pero cuando vio a la doncella el enamorado fue él. Trató entonces de conseguirla para sí, pero una vez tras otra se topó con la férrea muralla que ella había levantado a su alrededor. Cipriano invocó a Satanás, quien le dijo que Justina era cristiana y estaba protegida por una cruz que llevaba en el  cuello, por lo que era imposible obligarla a ceder. 
Entonces, Cipriano se convirtió al cristianismo, haciéndose sacerdote y llegando a ser obispo de Antioquía. Justina, que seria priora de un convento, fue una buena amiga. Según sus hagiógrafos, ambos serían martirizados en tiempos de Diocleciano, muriendo en una marmita llena de agua hirviendo, juntos, en amor y compaña, tal y como figura en la imagen de más arriba. Pero antes, añadió a los conjuros dirigidos al demonio oraciones dirigidas al Altísimo, con idéntico propósito. Estas se encuentran igualmente en el Tesoro del hechicero.
Con posterioridad, fueron surgiendo oraciones dirigidas al propio santo, oraciones que, en realidad, no dejan de ser conjuros. Las hay para todo: Para dominar a un hombre, para dominar a una mujer, para conseguir dinero y abundancia, para desesperar a una persona, para ganar en el casino y en los juegos de azar, para que él o ella vuelvan mansos, enamorados y arrepentidos, etc. etc. etc. 

Imágenes: internet