sábado, 24 de julio de 2021

LA RUTA DE LAS RATAS

Este señor que tan amorosamente mira al confiado pajarito es el aristócrata Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli, más conocido por Pío XII. Tan entrañable imagen, más propagandística que real, esconde a un individuo que, además de filonazi, antisemita y anticomunista, era también un racista, cualidad mucho menos conocida.
En efecto, el 4 de junio de 1944, apenas día y medio antes del desembarco de Normandía, los norteamericanos hicieron su entrada en Roma, tras expulsar a los alemanes, y este señor le pidió al general Mark Wayne Clark, jefe del ejército americano, que retirara a los soldados negros, porque, aducía el señor aristócrata, podían violar a las mujeres romanas. Nada ni siquiera aproximado se le ocurrió pedir al jefe del los nazis, a pesar de las barbaridades que éstos cometieron durante su larga ocupación de la ciudad. Con buen criterio y un tanto escandalizado con la petición del jefe de la religión del amor, el general Clark se negó.
Para el día en que los soldados aliados, incluidos los negros, entraron en Roma, ya debía estar funcionando la ONARMO, acrónimo de la Obra Nacional de Asistencia Religiosa a los Trabajadores, aunque no hay constancia fidedigna de su existencia hasta 1945. A lo largo de la Historia y como ningún otro Estado, el Vaticano ha sabido disfrazar sus verdaderas intenciones con organizaciones que aparentan una cosa y se dedican a otra. Esta ONARMO, por ejemplo, lo que pretendía realmente no era prestar ningún tipo de asistencia religiosa a nadie, sino infiltrar capellanes en las empresas de mayor tamaño para contrarrestar la influencia de los comunistas que, al parecer, estaba siendo espectacular.
Dos meses antes del final de la guerra, esto es, en el mes de marzo de 1945, Himler, jefe de la SS, había ideado un plan para que los jerarcas nazis pudieran escapar de Alemania. Tras los pertinentes contactos se estableció la que se conocería como Ruta de las Ratas, que discurría por España, Portugal, Marruecos, Austria, Italia y por el llamado Pasillo Vaticano. Para entoncesla ONARMO se transformó en OIARMO, Obra Internacional de Asistencia Religiosa y Moral de los Trabajadores, otro hermoso trampantojo tras el que se ocultaba una organización destinada a enviar misioneros a Sudamérica con el propósito de buscar lugares discretos en los que pudieran establecerse los jerifaltes nazis.
El jefe de esta organización era monseñor Giuseppe Siri, obispo de Génova, íntimo de Pío XII, que lo elevó al cardenalato el 13 de enero de 1953, cuya imagen de persona bondadosa aparece más arriba. Mano derecha del tal Siri era monseñor Aurelio Torraza, su secretario. Ambos eran filonazis, pero más aún furibundos anticomunistas. Se creó la empresa ATRIVI, con fachada comercial, formada por una flota de barcos con bandera del Vaticano, que tenía su sede en el puerto de Génova, para dirigirse a Sudamérica, principalmente a Brasil, Argentina y Paraguay, países de acogida cuya colaboración había gestionado el propio Torraza en visita personal, al frente del grupo de misioneros enviado por el Vaticano para hacer el paripé de la asistencia religiosa y moral de los trabajadores.
Toda la operación fue declarada TOP SECRET, es decir, ULTRASECRETA, por la Santa Sede, con una recomendación especial a Torraza para que pusiera el mayor cuidado en que no levantara la más mínima sospecha entre la opinión pública, especialmente de izquierdas. A través del Pasillo Vaticano escaparon centenares de criminales de guerra, entre ellos, por citar sólo a algunos de los más relevantes, están:
Josef Mengele, el "Ángel de la Muerte en el campo de Auschwitz.
Erich Priebke, responsable de la masacre de las FOSAS ARDEATINAS, en Roma, en las que el 24 de marzo de 1944 fueron asesinados 325 civiles como represalia por el ataque de los partisanos a un batallón de policías formado por italianos germano parlantes, que produjo 32 víctimas.
Walter Rauff, coronel de las SS, responsable de las cámaras de gas móviles.
Eduard Roschmann, el "Carnicero de Riga"
Franz Stanel, comandante del campo de Sorbibor
Karl Otto Kligenfuss, Jefe de la deportación de judíos en Italia, Croacia y Bulgaria.
Klaus Barbie, el "Carnicero de Lyón"
Gerhard Bohms, responsable de haber gaseado a 62.000 minusválidos, siguiendo el programa de Aktion T4.
Hans Fiscbock, encargado de expropiar las propiedades de los judíos de Austria y de Holanda.
Hans Hefelman, médico responsable del asesinato de miles de niños deficientes mentales.
Adolf Eichman, arquitecto de la solución final.
El Vaticano cobraba importantes cantidades de dinero obtenido por los nazis expoliando a familias ricas judías a cambio de no ser deportados por las SS, un cambio que muchas veces resultaba ser falso. Gran parte de este dinero acabó en cuentas bancarias de Argentina, a través de bancos suizos, especialmente de la Unión de Banques Suisse, de Zurich. (Me pregunto si este banco sigue en activo y si es en él en el que nuestro Emérito guarda la pasta afanada a base de comisiones en el sucio negocio de la venta de armas.)
Dentro del Pasillo Vaticano, tres religiosos mantenían una red de refugios de los criminales de guerra, hasta que les averiguaban los papeles falsos que les permitieran emprender el viaje a su nuevo destino:
El padre Heinemann, en su iglesia de Santa María Dell'Ánima, muy cerca de la Piazza Navona, en Roma.
Padre Karl Bayer, cuyo refugio se encontraba también en Roma, en Vía Piave, 23
Edoardo Dömöter, franciscano, conocido como "Padre Francisco", en la iglesia de San Antonio de Génova. Este individuo había conseguido para sus criminales refugiados el aval de la Cruz Roja Internacional. En concreto, hay plena constancia de que el delegado de esta organización en Italia firmó el 1 de junio de 1950, al menos, un salvoconducto para el nazi Riccardo Klement.
En esta iglesia estuvo refugiado el sonriente señor que aparece en la fotografía de más arriba: Adolf Eichmann, quien durante su reclusión se dedicaba a jugar al ajedrez y a beber Chianti. Invitado por el franciscano, asistía a misa, a pesar de que había abandonado formalmente el catolicismo en 1937. "Mal no te va a hacer ninguno", le decía el franciscano, al que Eichmann llamaba "mi buen y viejo amigo fariseo."
Eichman embarcó rumbo a Argentina el 15 de julio de 1950. Allí fue primero criador de conejos en varias poblaciones de los alrededores de Buenos Aires, hasta que se colocó como contable en la fábrica de Mercedes Benz, en la misma capital argentina, en la que vivió durante diez años con su esposa y sus hijos, en una casa humilde de la calle Garibaldi. El 15 de mayo de 1960 fue secuestrado por el Mosad, trasladado a Israel, juzgado y ahorcado el 13 de mayo de 1962, día de la Virgen de Fátima.
Peter Malik, uno de los agentes del Mosad, lo describió como "un hombrecito suave y pequeño, algo patético y normal, no tenía apariencia de haber matado a millones de los nuestros... Lo más inquietante es que no era un monstruo, sino un ser humano."
Malik dio en el clavo, porque eso fue lo más terrible del nazismo, que seres humanos normales se convirtieron en sádicos, sangrientos y furibundos asesinos, cosa que puede volver a ocurrir si no prestamos atención a los hechos políticos que se vienen produciendo últimamente, tanto en Europa, como en la propia España, delante mismo de nuestra narices.

Datos obtenidos de documentos de la CIA publicados por Eric Frattini, en El libro negro del Vaticano.
Imágenes de Internet.

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