martes, 16 de febrero de 2021

PERLAS, PERDONES Y OTRAS MARAVILLAS


 "La historia es el lugar donde podemos constatar la acción de Dios a favor de la humanidad."
"La libertad no se realiza en las opciones contra Dios."
"Tarea de la Filosofía: ilustrar contenidos filosóficos como, por ejemplo, el lenguaje sobre Dios, las relaciones personales dentro de la Trinidad, la acción creadora de Dios en el mundo, la relación entre Dios y el hombre y la identidad de Cristo, que es verdadero Dios y verdadero hombre."
He aquí tres hermosas perlas de la infinidad que fue soltando a lo largo de su vida el señor de la fotografía, Juan Pablo II, uno de los personajes más nefastos del siglo XX. La primera de las perlas viene que ni pintada para comprobar la acción de Dios en favor de la humanidad con la pandemia que tenemos encima, pues seguramente Dios nos ha enviado el ya célebre bichito para diezmar a la humanidad de forma natural, con el propósito de frenar la multiplicación de la especie humana, que puede acabar liquidando todo tipo de vida en nuestro planeta.
Este señor no se limitó a soltar perlas tan sabrosas como estas, sino que una de las señas de identidad de sus veintiséis años, diez meses y diecisiete días de pontificado fue su desmedido afán en pedir perdón. Es como si le hubiera atacado un virus desconocido que le irritaba la conciencia de tal modo que no tenía más remedio que descargarla. Aunque no estén todos, he aquí una relación de muchos de los perdones que pidió:
31-10-1992.- Por la persecución de Galileo
9-8-1993.- Por la participación de la Iglesia en el comercio de esclavos.
Mayo de 1995, en la República Checa.- Por los que la Iglesia mandó quemar en la hoguera y por las guerras que desató con la reforma protestante.
10-7-1995.- A todas las mujeres del mundo por la violación de sus derechos y por la misoginia de la Iglesia.
16-3-1998.- Por el silencio cómplice de la Iglesia ante el holocausto.
18-12-1999.- En Praga. Por la ejecución de Juan Hus en la hoguera en 1415.
12-3-2000.- "Por los pecados de los católicos cometidos a lo largo de los siglos contra grupos étnicos, por la violación de sus derechos y el desprecio a sus culturas y tradiciones religiosas." Textual.
4-5-2001.- Al patriarca de Constantinopla por los pecados de los cruzados en la toma y destrucción de su ciudad en 1204.
22-11-2001.- Por los abusos de los misioneros católicos contra los pueblos aborígenes del Pacífico Sur.
6-5-2001.- En la Mezquita de los Omeyas, en Damasco, soltó esta petición: "Por todas las veces que los musulmanes y los cristianos se han ofendido pidámosle perdón al Altísimo y perdonémonos mutuamente."
No ha habido en la historia un papa que pida tantas veces perdón, si es que ha habido alguno que lo haya pedido siquiera una vez. Entre los perdones, no está nada mal reconocer que contra los protestantes fue la Iglesia la que, directa o indirectamente, desató las guerras, esa Iglesia de paz y amor, que tanto predican los dirigentes. Igualmente, la petición por el silencio en el holocausto supone el reconocimiento de la actitud como poco pasiva de Pío XII, si es que no pro nazi, siempre negada por el Vaticano.
Pedir perdón es siempre un gesto de profunda humanidad que enaltece al que lo pide, pero para que sea sincero y no una acción vanal es imprescindible que las acciones posteriores de quien pide perdón estén en consonancia con esa petición. En primer lugar, porque la simple petición de perdón no compensa de ninguno de sus sufrimientos a las víctimas y, en segundo lugar, porque de nada valen esas peticiones si con posterioridad a las mismas vuelven a condenarse y a perseguirse hechos o conductas de hoy, por los que habrá que pedir perdón mañana, o se ignoran, cuando no se encubren, otros absolutamente condenables.
Gran actor de teatro, que había practicado en su juventud, el papa polaco revestía todos sus actos de teatralidad, entre los cuales dos de los más elocuentes son el beso que daba a la tierra de los países que visitaba, y visitó 130, viajando siempre en jet privado y rodeado de periodistas, y su "no tengáis miedo", exhortación proclamada solemnemente con voz de augur, en más de una ocasión y que, por sí misma señala realmente lo contrario de lo que dice.
Enorme homófobo, la homosexualidad lo sacaba de quicio. Totalmente contrario a los métodos anticonceptivos, en África, en plena epidemia de Sida, y en concreto en la República Democrática del Congo, en Zaire y en Sudáfrica, epicentros de la enfermedad y cuando más fuertemente atacaba, condenó repetidamente el uso del condón, al tiempo que a niños pequeños, huérfanos a consecuencia de la muerte de los padres por la infección, les decía: "bienvenidos al banquete de la vida", niños sin porvenir y en muchos casos enfermos también.
Lejos de condenar las terribles dictaduras de Argentina y de Chile, confraternizó con Videla y Pinochet, dos asesinos de comunión frecuente. Era natural, el Vaticano colaboró con la CIA en el golpe de estado chileno que, en 1973, acabó con el gobierno de Salvador Allende produciendo miles de víctimas y desaparecidos, cuya denuncia el cardenal Benelli tachaba de propaganda comunista. Sin duda, para compensarlo de su amistad con Pinochet, nombró Secretario de Estado a Angelo Sodano, nuncio en la capital chilena. Del mismo modo, a Pío Laghi, nuncio en Argentina, que jugaba al tenis con Videla, lo premió con la nunciatura en Estado Unidos así como con el capelo cardenalicio.
Mientras tanto condenaba la llamada Teología de la Liberación, apostrofando en público de forma ostensible y severa a Ernesto Cardenal, un hombre bueno, y jamás condenó la muerte del Arzobispo del Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado por un franco tirador gubernamental mientras oficiaba misa en el Hospital de la Divina Providencia, en el momento de la consagración.
Juan Pablo II encubrió con todos los medios disponibles el tremendo cáncer institucional de la pederastia eclesiástica, llegando incluso a proteger y aún a mimar a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pederasta sobradamente conocido por el Vaticano, mostrando públicamente en más de una ocasión su apoyo al elemento. Igualmente, canonizó al señor Marqués de Peralta, fundador de la secta que llaman Opus Dei.
Lo mismo que un jeque árabe, ocupó toda una planta del Hospital Gemelli de Roma, en la fase terminal de su enfermedad, durante la cual no dejó de manifestar su capacidad teatral, bendiciendo el sufrimiento, que exigía para todo hijo de vecino.
Pues a este individuo, que pasó por alto igualmente, las marrullerías de las finanzas vaticanas, en las que participaba activamente la mafia italiana, no dudó en canonizarlo el papa de las bellas palabras, Francisco, el 27 de abril de 2014. Una canonización condenada por muchos católicos, entre ellos, de los más enérgicos, Ernesto Cardenal, que a sus ochenta y nueve años y en puerta de su muerte no dudó en tacharla de monstruosidad.

P.S. Datos obtenidos de los periódicos y revistas a lo largo del tiempo.
Las fotografías son de internet.




 

 

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