sábado, 13 de febrero de 2021

NEGREROS REALES

 

Los borbones son la leche, permítaseme el castizo término, utilizado no a la ligera, sino para evitar el que realmente se merecen. 
Para general información, procuraremos ir contando por aquí cositas de cada uno de los que desde Felipe V se han sentado en el trono de España, cositas que no suelen aparecer en los libros de historia, pero que son harto ilustrativas y sabrosas. Hoy le va a tocar a María Cristina de Borbón Dos Sicilias (1806-1878)
Hija de Francisco I y de María Isabel de Borbón, reyes de Nápoles, fue la cuarta esposa del felón Fernando VII, quien ya muy maduro andaba a la búsqueda de un heredero que no había conseguido con ninguna de sus tres esposas anteriores. María Cristina le dio dos hijas: María Isabel Luisa, que sería Isabel II, y Luisa Fernanda, quedándo viuda el 29 de septiembre de 1833. 
En el momento de su viudez, Cristinita, que a la sazón tenía 27 añitos, ya andaba liada con el mocito de la fotografía, Agustín Fernando Muñoz Sánchez. Dos años más joven que ella, este pollo era hijo de unos simples estanqueros de Cuenca que, sin embargo, las cosas de España, gozaban del estatuto de hidalgos. Este privilegio le permitió al muchacho ingresar con sólo dieciocho años en la Guardia de Corps, donde le echó el ojo la reina, que logró que se incorporara a su guardia personal. Y de la guardia a la cama ya no hubo más que un pequeño paso, que el tal Muñoz dio en un abrir y cerrar de ojos, con lo que, además de felón, cobarde, embustero y traidor, Fernando VII murió también como cornudo.
A la muerte del rey, ocurrida el 29 de septiembre de 1833, Isabel II contaba sólo dos años de edad, circunstancia que le permitió a su madre ser regente, cargo al que accedió con la condición impuesta por las Cortes de que permaneciera viuda hasta la mayoría de edad de la futura reina. Sí, sí, viuda. El 22 de diciembre el muchacho es nombrado por la regente "Gentil Hombre de entrada en su Real servidumbre" y sólo seis días más tarde se casan en secreto. Es probable que la reina no tuviera ninguna prisa en contraer nuevo matrimonio, pero el pollo sí que debía tenerla, porque será a partir de este momento cuando se inicie su enriquecimiento personal. Si en la cama resultaron ser dos fieras, tuvieron ocho hijos, cinco de ellos antes de quedar viuda María Cristina, no quieran saber ustedes la fiereza que desarrollaron en las finanzas. 
El 4 de enero de 1834 el recién casado fue ascendido a Capitán de Caballería del Regimiento de Húsares de la Princesa, con el grado de teniente coronel, alcanzando diez años más tarde el título de Duque de Riansares. Además de apostura, galanura y disfrutar de un buen mandao, el tipo era un lince para los negocios. Aconsejada, sin duda, por él y dado que las arcas del Estado solían estar caninas, la regente consiguió que su asignación la abonara la Caja de Ultramar en La Habana. Con tales ingresos bien seguros, María Cristina consiguió buenos préstamos de la banca Rohschild que don Muñoz invirtió legalmente en ferrocarriles, navíos, algodón y tabaco de EE.UU., minas y gas, entre otros. 
Con estas inversiones se hicieron inmensamente ricos, pero en algunos seres humanos la avaricia no conoce límites y ambos pensaron que aún no tenían bastante. Entonces decidieron entrar en un negocio clandestino pero que proporcionaba fabulosas riquezas: la trata de esclavos para los mercados de Cuba y Brasil. Este comercio estaba prohibido en España desde 1837, pero eso era para la plebe, no para la católica regente y su pareja.
El señor duque de Riansares situó un testaferro en La Habana, Antonio Parejo, natural de Puente Genil (Córdoba), con el que intercambia un abundante y precioso carteo, cuyos originales se encuentran actualmente en el Archivo Histórico Nacional. El señor consorte mueve incluso los hilos para que a Cuba vaya como capitán general un militar moldeable, consiguiendo el relevo del recto Gerónimo Valdés, del que hoy, tristemente, no se acuerda nadie, por el mucho más famoso Leopoldo O'Donnell, que no duda en aceptar los sobornos de Antonio Parejo, después de que el Muñoz le hubiese escrito a su testaferro que cultivase la amistad del general.
En el negocio aparecen, entre otros Pedro Forcadé, primer negrero español en el Congo, desde donde organizó 29 envíos de negros a Cuba entre los años 1837 y 1851; el prócer Manuel Pastor, exmilitar gaditano y fundador del célebre Banco Pastor, que alcanzó el título de conde de Bagaes,  especializado en el tráfico de niños, en previsión de que el repugnante negocio de adultos dejase de estar tolerado por las autoridades; el también prócer Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, intendente de La Habana entre 1825 y 1851; el embajador español en Estados Unidos Pedro Alcántara; Juan Muñoz, hermano de Fernando, y Federico Roncalli, duque de Alcoy, sustituto de O.Donnell como capitán general de Cuba y bastante más trincón que él.
La correspondencia del duque de Riánsares muestra la chabacanería, la procacidad, la avaricia, el cinismo y la inhumanidad que adornan al caballero, al que Isabel II, a instancias de su madre, nombra grande de España, le otorga el título de conde de San Agustín y lo condecora con el Toisón de Oro y la Gran Cruz de Carlos III (España es así, señor mío). He aquí, a título de ejemplo, algunas de las frases de esa correspondencia: "...espero que después que hayas oydo al sugeto (tal cual, el tío no sabía ni escribir, pero para trepar en este país quién necesita semejantes conocimientos) lo montes bien... para la seguridad y sigilo que requiere. Este es el negocio de la vida. Bien manejado puede ponernos las botas..." "¿Qué es mejor, ir a comprar los negros o ajustarse con un par de negreros que nos den un %... Esto último tendría menos esposición (sic) por nuestra parte, pero menos utilidad... Contéstame inmediatamente pues la cosa la podemos hacer en grande y bajo buenos auspicios." "¿Te acuerdas que te dije un día en París que habías de ser rico? Ahora no te falta más que ser hombre de juicio... Quiero que (mi hermano) pida un título para ti (Antonio Parejo, su testaferro, que se había casado con una viuda rica), a S.M. Dime cuál quieres que sea. De ese modo haces marquesa o condesa a la que a ti te hace rico."

P.S. Datos de la revista La aventura de la Historia
      La esclavitud en Cuba durante la regencia de Espartero. Fernando Armario
          El mercado esclavista habanero. Alejandro de la Fuente.






 

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