En este mundo nuestro, en el que el dolor supera ampliamente al placer, hay imbéciles cuya cota de imbecilidad es sumamente difícil de alcanzar. Y el caso es que muchos de ellos hasta tienen carreras universitarias y llegan a ser incluso catedráticos de prestigiosas universidades.
Uno de estos grandes imbéciles, si duda uno de los mayores del siglo XX, es el señor de la fotografía, Richard Swinburne, inglés nacido en 1934, teólogo y eminente catedrático de la más eminente aún universidad de Oxford. No voy a contar nada del individuo, para qué. Como prueba de su inefable imbecilidad me voy a limitar a transcribir una cita suya con la que pretende justificar el sufrimiento, tanto físico como moral, aunque más el primero, que, con justificación o sin ella, padecemos los seres humanos en un momento o en otro de nuestra vida y, a veces, tristemente, en toda ella. Ahí va:
"Mi sufrimiento me proporciona la oportunidad de demostrar coraje y paciencia. Éste le proporciona a usted una oportunidad para demostrar consideración y para ayudar a aliviar mi sufrimiento. Y le proporciona a la sociedad la oportunidad de escoger si invertir un montón de dinero en tratar de hallar una cura para este o aquel tipo particular de sufrimiento (o para otra causa) Aunque un buen Dios siente pena por nuestro sufrimiento, la mayor de sus preocupaciones es seguramente que cada uno de nosotros muestre paciencia, consideración y generosidad y, de paso, obtenga un carácter santo. Algunas personas necesitan urgentemente enfermarse por su propio bien; y algunas personas necesitan urgentemente enfermarse para proporcionar a otros importantes opciones. Sólo de esa manera pueden algunas personas ser estimuladas a considerar seriamente las opciones sobre el tipo de persona que ellas deben ser. Para otras, la enfermedad no es tan valiosa.
No me es posible concluir sin hacer algún brevísimo comentario:
1.- Las negritas son mías
2.- No explica el señor Swinburne cómo sabe él que Dios siente pena por nuestro sufrimiento.
3.- Cuando a mi me apena la situación de otra persona, trato por todos los medios de socorrerla. En general, es lo que solemos hacer los seres humanos. Es decir, mostramos una calidad moral de la que el BUEN DIOS de Swinburne carece.
4.- ¿Puede una persona sensata alabar el sufrimiento porque nos da la oportunidad de obtener UN CARÁCTER SANTO?
5.- O sea, siguiendo el pensamiento de Swinburne, Dios nos crea, sin pedirnos opinión, y nos coloca en un mundo lleno de sufrimiento para que nos hagamos mejores personas, incluso para que lleguemos a ser santos. ¡Jobá! ¿Y por qué, puestos a crearnos, no nos hace directamente perfectos y santos y nos dejamos de tanto trabajoso rodeo? ¿Hablamos de incapacidad o hablamos de mala leche?
6.- A lo peor digo "imbecilidad" donde debiera decir "maldad", porque se necesita tener mucha de esta última para desear que una persona enferme, y añadir que enfermará por su bien.
7.- Los enfermos crónicos que sufren a diario fuertes dolores apenas aliviados por la ciencia actual deben estar encantados con la declaración de Swinburne. ¡Al fin tienen a su alcance un remedio efectivo!
8.- Tomo la extensa cita del libro El espejismo de Dios, de Richard Dawkins.
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