jueves, 25 de julio de 2024

JUSTIFICANDO LA INQUISICIÓN

"La Iglesia tiene el deber de conservar intacto el depósito de la fe cristiana, de ser la maestra de la verdad, de no permitir que la revelación divina se oscurezca o se falsee en las mentes de los fieles."
Se juntaron nada menos que cuatro jesuitas, Bernardino Llorca, Ricardo García Villoslada, Pedro de Leturia y Francisco Javier Montalbán, para escribir una Historia de la Iglesia Católica ad mayorem Dei Gloriam, a mayor gloria de Dios, el lema de la Compañía de Jesús, es decir, no para dar cuenta de los hechos protagonizados o relacionados con la Iglesia, sino para su exaltación y glorificación
La frase, incluida en el tomo II de dicha Historia, se las trae, la Iglesia, según este cuarteto, no se limita a valorar los hechos de los fieles, sino que pretende controlar hasta sus mentes. Y si tenemos en cuenta que en la quinta década del siglo pasado, cuando se publicó esta Historia,  en España eran católicos todos sus habitantes, puesto que todos habían sido bautizados a los pocos días de nacer, queda claro hasta qué punto controlaba la iglesia tanto la vida pública como la privada de los españoles, colaborando estrechamente con la sangrienta dictadura que atenazaba el país
Pero la cosa no se queda ahí, sino que en el epígrafe siguiente, el cuarteto sostiene que: "la Iglesia tiene también poder coercitivo para aplicar penas temporales a sus súbditos (ya no son ni fieles, son súbditos), lo afirma Pío IX en el Syllabus y lo confirma el Código de Derecho Canónico en el canon 2214 (que dice) 'la Iglesia tiene derecho connatural y propio independiente de toda autoridad humana (aquí se ve por qué encubren la pederastia) a castigar a todos los delincuentes súbditos suyos con penas tanto espirituales como también temporales.' O sea, la propia Iglesia se da a sí misma el poder de castigar con penas temporales a sus fieles y de este otorgamiento, estos cuatro deducen que la Iglesia tiene derecho a ejercer un poder coercitivo. Si esto no es una pescadilla mordiéndose la cola, entonces yo soy arzobispo de Baviera.
Ciudad cátara de Cordes-sur-Ciel
Todo esto viene a cuento de la defensa o justificación por parte del cuarteto de la primera Inquisición creada por Lucio III en 1184 para perseguir a los cátaros, así como, posteriormente, la cruzada decretada por Inocencio III contra esos mismos "herejes". Al respecto y antes de entrar en el tema, el cuarteto se explaya detallando la magnanimidad de la Iglesia con los herejes hasta el siglo XII, en que los papas advierten que no se puede acabar con ellos sin actuar enérgicamente y más allá de la excomunión, que se aplicaba hasta entonces. "Vista la perversidad de los albigenses (así llamaban también a los cátaros), afirma el gran cuarteto mintiendo con todo descaro, pues la única perversidad de aquéllos consistía en criticar a la Iglesia con el ejemplo de manera casi única, el "concilio de Tours (1163) permite a los príncipes católicos que los cojan presos, si pueden, y los priven de sus bienes" (los bienes, eso es lo que de verdad le interesa a la Iglesia). "Lo mismo viene a decir el concilio Lateranense III (1179), concediendo además indulgencias a los que tomen las armas para oponerse virilmente a tantas ruinas y calamidades con que los cátaros, patarinos y otros perturbadores del orden público oprimen al pueblo cristiano." (Aquí la falacia es del concilio, pues las únicas calamidades y ruinas consistían en que la Iglesia se estaba quedando sin fieles, ante la honradez y honestidad de los cátaros, reconocidas hoy por la totalidad de los historiadores no directamente eclesiásticos.)
Diocleciano
Pero lo mejor llega en el epígrafe titulado: La legislación civil contra la herejía, en el que, con toda la desvergüenza de la que hace gala esta tropa, el cuarteto afirma: "Vamos a ver cómo la represión sangrienta de la herejía no arranca de los pontífices, sino de los príncipes seculares." Y saltándose los tiempos y tergiversando el significado de las palabras, añaden: "es precisamente un emperador pagano el primero que debe figurar en la historia de la Inquisición contra los herejes. Diocleciano, así como persiguió sañudamente a los discípulos de Cristo, del mismo modo trató de exterminar a los maniqueos con un decreto del año 287... según el cual 'los jefes serán quemados con sus libros; los discípulos serán condenados a muerte o a trabajos forzados en las minas." Añaden que "Constantino el Grande les confiscó los bienes a los donatistas y los condenó al destierro, etc. Estos cuatro eminentes sinvergüenzas, por no emplear un apelativo más fuerte, se ciscan en la Historia callando que Diocleciano persiguió a los maniqueos en tanto que cristianos, pues también lo eran, y que contra los donatistas, igualmente cristinos, era san Agustín el que pedía la intervención militar del emperador.
Mani. Fundador maniqueísmo
Pero aparte de eso, cuando se escribe mintiendo es muy fácil que se escapen expresiones y aún frases enteras en las que se sostiene aquello que tratamos de negar. Así, cuando estos cuatro afirman que la represión sangrienta de la herejía no arranca de los pontífices, sino de los príncipes seculares, están reconociendo que, arranque de quien arranque, los pontífices practicaron la represión sangrienta, es decir, para que quede completamente claro, la Iglesia practicaba la represión sangrienta. 
Y aquí hay algo que a estos tipos y a otros muchos de su cuerda se les olvida cuando tratan de largarles al poder civil la responsabilidad de tanta muerte como la Iglesia ha producido o cuando relativizan, por ejemplo, la tortura afirmando que también la practicaban las autoridades civiles, se les olvida que el cristianismo es, según su propia predicación, la religión del amor y se les olvida, sobre todo, y esto sí que es un olvido serio, cómo su fundador fue sometido a tortura y finalmente condenado a morir en una cruz.

Imágenes: Internet

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