miércoles, 3 de julio de 2024

LA ÉTICA DEL ARCHIVERO

Nieto Cumplido
Hace unos días, en Facebook, le censuraron a mi amigo Paco Muñoz la entrada de su blog Notas Cordobesas Una inscripción romana debajo de una baza de la ampliación de Almanzor. Motivo: comentar de pasada que al archivero de la catedral Manuel Nieto Cumplido le había salido un hijo, una noticia que confirmó la Cadena Ser el día 2 del presente mes de julio. Ese hijo fue fruto de una relación de varios años a partir de 1960 con una señora casada, cuando Nieto Cumplido fue párroco de la iglesia de Peñarroya (Córdoba). El niño habría nacido en 1963, aunque la señora se lo adjudicó al marido.
Para completar la catadura moral del que años más tarde llegaría a ser, en efecto, canónigo del cabildo catedralicio de Córdoba y archivero de la catedral, reproduzco la entrada que con el título de referencia publiqué en el antiguo El cuaderno escarlata, el 21 de noviembre de 2015, cuando el señor archivero aún estaba vivo. Aquí va:

En una entrevista publicada en el diario Córdoba el 6 de marzo de 2014, a la pregunta acerca del reconocimiento de las distintas culturas que se reflejan en el bien cultural que constituye la Mezquita-Catedral, causa, una de ellas, por la que la ONU reconoció al monumento cordobés como Patrimonio de la Humanidad, el entonces archivero de dicho templo respondía textualmente: "Los árabes salieron de Arabia con sus tiendas, y al llegar a Siria descubrieron el arte cristiano. Como no tenían otro arte, utilizaron el cristiano, entonces aquí todo lo que hay es arte nuestro.
El archivero mentía y lo hacía no por error o ignorancia, sino a sabiendas, es decir, cometiendo un pecado venial, si es que no, dada la trascendencia del asunto así como la importancia del monumento, un pecado mortal.
Tres cosas se aseguran los individuos que profesan en la vida religiosa dentro de la Iglesia Católica: las habichuelas, el colchón y el techo, tres elementos esenciales para la vida por los que los seglares en general han de luchar día tras día en la jungla mundana, sin que ninguno de ellos los tenga regularmente asegurados, por mucho empeño que pongan en la lucha. Ahora bien, la Iglesia Católica es una organización piramidal de invencible jerarquización, pero si uno está dispuesto a pasar por las horcas caudinas del superior y a dejar la personalidad propia en la puerta de la institución, se acabó el problema.
El archivero en su archivo
El archivero, que lo es desde 1973, ha manifestado en alguna que otra ocasión que el clero cordobés, más que obediente, es sumiso al obispo (diario Córdoba, 30-7-2003). Con esa capacidad de sumisión, que se encuentra muy por encima de su indudable capacidad intelectual, Manuel Nieto Cumplido supo moverse con exquisita habilidad en las, en ocasiones, tenebrosas aguas de la diócesis cordobesa hasta conseguir el puesto más conveniente para la satisfacción de sus inquietudes, que no son otras que la defensa, con verdad, con mentira y con lo que haga falta, de quien le proporciona los tres elementos de los que hablamos más arriba.
Los Estados, incluso los más herméticos, así como la práctica totalidad de las organizaciones humanas hacen públicos los documentos de sus archivos al cabo de un periodo de tiempo más o menos dilatado. Esto es así porque, públicos o privados, los archivos son, en último término, de todos, pues constituyen elementos principales para conocer nuestra historia. Haciendo gala de la egolatría y el secretismo que la caracterizan, la Iglesia Católica guarda celosamente su archivos, permitiendo el acceso únicamente a investigadores de su cuerda y haciendo públicos sólo aquellos documentos que le convienen para la defensa de sus intereses. El cabildo catedralicio cordobés no podía ser menos, de modo que el archivero ha convertido el archivo de la catedral en una trinchera a la que sólo tienen acceso él y aquellos que, no teniendo empacho en bailarle el agua, él considera convenientes.
El obispo Asenjo
En 1998, el gobierno de José María Aznar realizó una modificación de la ley hipotecaria, vigente desde la dictadura franquista, que convertía a los obispos del país en fedatarios públicos, de modo que con su sola fe podían registrar a nombre de la Iglesia bienes inmuebles y rústicos, de usos religioso o no, que hasta entonces tenían la consideración de públicos. De este modo, como se sabe, la Iglesia Católica se ha venido apoderando desde entonces no sólo de templos y ermitas, sino de terrenos, caminos y hasta de plazas públicas, como, por ejemplo, la del Pocito, en la barriada de la Fuensanta de la capital cordobesa. En 2006, valiéndose de esta ley, el obispo Juan José Asenjo registró en el Registro de la Propiedad de Córdoba la Mezquita-Catedral a nombre del obispado, por sólo treinta euros, curiosamente el mismo número de monedas que, según el evangelio, cobró Judas por traicionar a Jesús.
Desde la cesión de Fernando III a la Iglesia en 1236, el obispado cordobés ha pugnado en diversos momentos por desislamizar la Mezquita. En 1489, el obispo Iñigo Manrique destruyó cuatro tramos de la ampliación de al-Hakem II, el mejor espacio del oratorio musulmán, para construir una miserable nave gótica que se usó como capilla mayor o catedral cristiana. Posteriormente, en 1523, otro obispo Manrique, Alonso en este caso, desechó esa capilla para construir la actual catedral cristiana obras que se prolongarían durante dos siglos. Mientras tanto, se fueron construyendo numerosas capillas para enterramiento, generalmente, de nobles. No obstante, en ningún momento se intentó silenciar el mérito de la construcción islámica, ni siquiera quitarle importancia. Este trabajo se iniciaría tras el registro del edificio a nombre del obispado y, más concretamente, tras la llegada en 2010 del obispo Demetrio Fernández, quien anda empeñado hasta en borrar el nombre de Mezquita, dejando sólo el de catedral, exactamente, Santa Iglesia Catedral.
Pero hablábamos del archivero. La catadura ética de este individuo se pone de relieve ya en el título de su libro La persecución religiosa en Córdoba, 1931-1939. Él que, como va dicho, es un fino intelectual, sabe perfectamente que una persecución requiere un plan, un método, unas directrices y una ejecución, y aquí se asesinaron sacerdotes, sí, pero por grupos incontrolados de gente exasperada por la constante cercanía de éstos elementos a los caciques y señores poderosos de la provincia. También Franco mató sacerdotes que se mantuvieron al lado de la República y al señor archivero no se le ocurrió hablar de ello. Ahora que parece actualizarse otra vez el asunto del Estado laico y que buena parte de la población muestra su hartazgo por los abusivos privilegios de que goza la Iglesia, un buen número de fieles se sienten ofendidos y vuelven a traer a la palestra la por ellos llamada persecución. Y es que nadie como la Iglesia para hacerse pasar por víctima en cuanto siente la más mínima amenaza.
Primera Edición
En 1995, nuestro archivero publicó un monumental volumen con el título de La Mezquita-Catedral de Córdoba. Era el tiempo del obispo Javier Martínez Fernández, gran encubridor de pederastas, como quedó demostrado no hace tanto en su nuevo puesto de arzobispo de Granada. Aunque con algunas reticencias y racanerías, en este amplio trabajo el archivero acepta la enorme importancia artística, así como el genio derrochado por los agarenos cordobeses en la construcción de la Mezquita, una importancia que ha sido valorada a lo largo de la historia por infinidad de intelectuales, críticos e historiadores, desde los musulmanes al-Tazi (s.X), o Ibn Idari (s. XIV) hasta los europeos Ambrosio de Morales, Pedro de Salazar, Antonio Ponz, David Roberst, Pedro de Madrazo, Pascual Madoz, Jovellanos, Leví-Provençal, Henri Terrase, Gayangos o Manuel Ocaña, por mencionar algunos.
Esta obra tuvo un considerable éxito, agotándose rápidamente. Como existía una gran demanda de la misma, se hacía necesaria una segunda edición, pero ésta no se produjo hasta trece años más tarde, es decir, en 2008, una vez inscrita la Mezquita en el Registro de la Propiedad. Trece años de raro silencio editorial, si se tiene en cuenta que la edición estaba a cargo nada menos que de Cajasur. Un silencio que dio lugar a la propagación por los conventículos de la ciudad de rumores en los que se daba cuenta de auténticos navajeos a cuenta de envidias, vetos eclesiales y, sin duda, de la, a juicio de muchos, postura comedida y ecuánime del archivero en su estudio y descripción del monumento.
Segunda edición
En 2008 habían cambiado bastante los tiempos. La Mezquita ya era de la Iglesia y es probable que el archivero hubiera visto peligrar en aquellos rumores si no sus habichuelas, su colchón y su techo, sí su trinchera tan laboriosamente trabajada, de manera que algún arreglo había que hacerle al libro en esta segunda edición. El archivero empezó por modificar sustancialmente el título. Ya no se llamó La Mezquita-Catedral de Córdoba, como su había llamado siempre desde la conquista cristiana de la ciudad, sino La Catedral de Córdoba. A continuación, en una nueva y esplendorosa demostración de su catadura ética y como no era cosa de renovar a fondo el texto, por otra parte, casi meramente descriptivo, el archivero extrajo del saco de su bien adaptable conciencia un extenso prólogo en el que expuso las más aberrantes supercherías, embustes y tergiversaciones que historiador o estudioso alguno del arte haya imaginado nunca.
En este prólogo, toda la gloria constructiva del emirato, primero, y del califato, después, se va literalmente a hacer puñetas. Más aún, el edificio no tiene propiamente nada de musulmán, por más que fueran alarifes musulmanes los que lo construyeran. Fueron los materiales romanos los que dieron forma a la mezquita de Abd al-Rahmán I; más tarde fueron los bizantinos los que realizaron la ampliación de al-Hakem II, y, por fin, que todo tiene su fundamento en Grecia y en el arte cristiano. Y, para culminar el guisote, el señor archivero sostiene que la época musulmana no consistió más que un paréntesis en la historia cristiana de la ciudad, establecido entre la mítica basílica de San Vicente y la reaparición de los cristianos en 1236.
Arquería Mezquita 
Para comprobar cómo miente, a sabiendas, el archivero, basta un solo ejemplo entre los muchos que se podrían aducir. A diferencia de lo que ocurre en el cristianismo, en los oratorios islámicos se busca que los fieles vean directamente el mihrab. Ello exige que, en lugar de los gruesos pilares de los templos cristianos, se utilicen columnas lo más delgadas posible para sustentar la cubierta. Cuando se forman cuadrados o rectángulos con una columna en cada uno de sus vértices, como se hacía habitualmente, es necesario arriostrar estas columnas o de lo contrario no se sostienen adecuadamente, al encontrarse en un equilibrio muy frágil. Hasta la construcción del primer tramo de la actual Mezquita, que llevó a cabo Abd al-Rahmán I, las columnas se arriostraban mediante vigas de madera o barras de hierro. La genialidad del alarife que llevó a cabo este tramo consistió en sustituir estos elementos horizontales por arcos que van de una columna a otra, lo que, además de arriostrar bellísimamente las columnas, permite elevar considerablemente la altura de la edificación, incluso con la construcción de un nuevo arco sobre el primero que, prodigiosamente, viene a descansar también sobre la delicada columna. Qué más da que el arco existiera ya o que las columnas sean romanas, turcas o yugoslavas. Lo importante es la solución del problema, que es en lo que ha consistido siempre el arte, de manera especial la arquitectura.
El archivero, por supuesto, conoce esto mucho mejor que yo, que soy un modestísimo aficionado, pero miente porque lo que le interesa no es la plasmación de la verdad, sino la defensa de su Iglesia sea cual sea el medio que utilice. Seguramente, se ofendería mucho si llegara a leer esta entrada, como se ofenderá más de un fiel que quizás la lea. Al archivero no le haría falta, pero estos fieles no tienen más que consultar cualquier manual de arte para informarse adecuadamente al respecto.

6 comentarios:

  1. Querido Rafael como siempre es un lujo leerte yo creo tener la primera edición, mejor dicho fotocopias de algunos temas que me interesaban. Hay gente que tiene acceso a información que si tiene un poco de intelectual y sabe aprovecharla la publicación referido a su archivo es coser y cantar. Sé de varias personas que han sabido utilizar la posición laboral con notable aprovechamiento. Dices casi al final "Seguramente, se ofenderá mucho si llega a leer esta entrada", no lo creo, porque dejó este mundo en noviembre de 2021. Y ha sido noticia estos días porque un hijo ha solicitado su paternidad y el juez le ha dado la razón a la vista de las pruebas de ADN. Antes no había posibilidades de demostrarlo. Quitaron las barraganas, no del todo, por que se estaban saliendo de madre. Hubo una época que muchos abandonaron el sacerdocio por amor y lucharon por no tener que irse, era darse con una piedra desde luego pero fueron honestos, conozco cuatro o cinco, eran y son buenas personas.

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  2. Sí, sabía que había muerto, lo digo más arriba, pero dejé la entrada tan cual. No obstante, la he corregido por si lleva a error. Hay un libro muy bueno, El sexo del clero, de Pepe Rodríguez. Cuenta que más del noventa por ciento de los curas españoles no cumple el celibato. Y es tremendo cuando alguno se enamora y pretende abandonar el sacerdocio. Tiene testimonios de varios de éstos, que sufren auténticas presiones y chantajes por parte del obispo, les dicen que pueden seguir con la moza siempre que que eviten el escándalo, si el cura insiste, les dicen qué se quedan sin ingresos y adónde van a ir, etc. Si el cura sigue insistiendo y, al fin, le conceden la dispensa, le exigen que si se casa lo hagan en secreto. La boda del obispo ese catalán los ha debido de poner de los nervios. En fin, la hipocresía es tan grande que da verdadero asco, pero la gente que los sigue no es que no sepan es que no quieren saber y si les cuentas esto o le das a leer el libro no se lo creen. Por supuesto, el que da el paso y se sale es mucho más honrado que toda la caterva que se queda, desde luego, más honrados y honestos que el viejo archivero, aunque éste hubiera guardado fidelísimamente la castidad durante toda su vida.

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  3. Normalmente antes corrían más las noticias de estar amancebados que de pederastia, y una cosa me llama la atención con niñas parece que es menor el abuso, o seguro ese índice estaría más destacado en las monjas. Vi una película de un convento en Irlanda y era horroroso.

    En el patio de los naranjos había un canónigo, creo recordar que en la Obrería, dependencias de la Galería Norte frente a la fuente, que siempre estaba dando paseos con el breviario y miraba por encima de las gafas, cuando una turista descuidada, estaba sentada en los escalones bajos. Vamos que el buen Sr. tenía unos niveles de testosterona de veinte años, a pesar de estar ya casi por los sesenta. Creo que vivía con una “hermana”, por aquello de tener “sobrinos”. Contaba el respetable que lo había llamado al orden por no ser recatado en su vida, y que les dijo a los superiores que si no lo dejaban tranquilo él iba a contar las interioridades de muchos. Aquello fue sonado, tanto como el accidente de tráfico que tuvo el “sobrino” de Fray Albino, con resultado trágico, y al que no le pasó nada.

    Si retrocedemos y leemos la vida “recatada” de algunos papas, se ve la hipocresía descarada. En aquellos tiempos era lógico con ese pueblo pero ahora no tiene sentido, aunque la impunidad es manifiesta para todos los incumplimientos de sus normas, que no nuestras, por lo menos mías.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Mi tío el cura (tío de primos hermanos) tenía una sobrina que vivía con él y que yo nunc pude saber de dónde le venía, pues no tenía hermanos ni hermanas. La casó con un fulano al que le puso una zapatería (en Linares, donde vivían). Siguen teniendo barraganas que son sobrinas, hermanas y hasta tías. No se oye apenas porque, bueno, se trata de adultos que se lo montan como quieres, en sus normas, puede ser pecado, pero no es un delito. La pederastia, en cambio, es una canallada, además de delito, y encima la tapan, así es que cuando se descubre algún caso, pues se le da mucho bombo, si además son los casos que ha sacado a la luz el Defensor del Pueblo, pues entonces el escándalo es tremendo. Y los papas de ahora siguen teniendo sus líos: Pío XII, se llevó a Vaticano a una monja alemana, Pascalina, que era quien le organizaba la vida. La llamaban la Papisa Pascualina y sólo veían al papa en audiencia los que a ella le parecía. A Pablo VI parece que era dado al gusto de los muchachos imberbes. Y el santo súbito, el que en plena epidemia del SIDA en África les decía a los niños cuyos padre había muerto de la enfermedad, "bienvenidos al banquete de la vida", después de echar pestes contra el preservativo. Pues este caballero, Juan Pablo II, se estuvo carteando toda la vida con una señora, cuyo nombre no recuerdo en este momento y, al parecer, las cartas no tenían nada de místicas.

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  4. Hay para un tratado según veo, y como la jodienda no tiene enmienda y son adultos, y como bien dices eso no es delito ni atenta contra ninguna norma del estado pues a mi me da igual, salvo cuando tratan de dar lecciones de moral que entonces son unos hipócritas. El tema de los niños ya es un crimen, porque destrozan la vida de un ser humano. Mientras sea su tía, sobrina, sor sutana y sor mengana, así no piensan en otras cosas. La realidad es que son unos hipócritas. Unos pocos, los pederastas, unos criminales, y la mayoría, no podemos generalizar aunque los porcentajes son altos, capacidad para opinar en la vida civil no la tienen. Que se dirijan a sus fieles si estos se dejan engañar.

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    1. Claro, si el problema principal de la Iglesia es que no se quedan con sus fieles, sino que pretende que lo que para ellos es pecado sea también un delito que nos afecte a todos los ciudadanos. Luego, claro, la inmensa hipocresía que se gastan. Ahí hay gente buena, como en todas partes, pero la organización es la que falla. Luego está el asunto de la financiación, que también tiene tela. En el 78 firmaron que se autofinaciarían en poco tiempo. No sólo no lo han hecho todavía, sino que se ha apoderado de un mogollón de bienes que jamás fueron suyos y a los que les están sacando un pasta gansa, cuyo importe, libre de impuestos, y destino desconocemos. Un abrazo.

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