martes, 26 de julio de 2022

IMPUNIDAD Y SOBERBIA


 "Lo que está ocurriendo en este país es increíble", decía Ernesto Caraba el jueves pasado en nuestra tertulia, "cualquiera inventa un bulo, lo publica en su diario, tira por los suelos la honra y el honor de una persona o de un grupo entero y cuando se descubre la falsedad, no pasa nada. 
No hablamos de cualquier cosa, sino de difamación. Y la difamación es un delito penal. Ahora bien, lo tienen todo atado y bien atado, porque aquí, en España, la justicia no actúa de oficio ante este delito, sino que, para que lo haga, el perjudicado tiene que denunciar el hecho. O sea, que, además de ser víctima de un delincuente, tienes que empezar soltando la pasta, cuatrocientos o seiscientos euros, no recuerdo, que cuesta de entrada poner una denuncia. Pero es que si eres persona pública, lo que al denunciar consigues en primera instancia es darle más vuelo a la difamación, puesto que si el bulo lo publicaron siete medios, ahora lo van a publicar todos, haciendo que por lo menos entre la duda entre los lectores, oyentes, o televidentes. Y tal como está la justicia en nuestro país, aunque el bulo, la falsedad, la difamación sean más que evidentes, porque están publicados incluso por escrito, no es seguro que un juez falle a favor de la víctima, mucho más si es persona pública y ya el colmo se se dedica a la política. O sea, que el difamador puede quedar libre y encima con una publicidad de tres pares de narices para él y para su medio, que ahora sí que se van hartar de publicar bulos. ¡Y no pasa nada!
"Ya se ha visto lo que entre ese tal Inda, un verdadero indeseable, que en cualquier país medio decente hace tiempo que estaría en la cárcel, y el otro tal Ferreras, tres cuartas de lo mismo, le montaron a Pablo Iglesias y, como derivación a Podemos. Ahí , como bien sabéis, intervinieron policías y políticos, las cloacas del Estado. Un delito de una gravedad más que importante, porque ataca la esencia de la democracia. Es igual, no pasa nada, ni por parte de la justicia ni por parte de los españoles en general.  Impunidad total. Para el delincuente, para el juez y para el sursum corda, menos para la victima, que con fallo en contra o a su favor acaba enfangado hasta las orejas.
"Tan no pasa nada que el tal (buitre) Inda sigue publicando bulos en el libelo que montó gracias al apoyo del ministro Fernández Díaz. Y no se frena ante nadie. Ya sabéis también que hace unos días el presidente del gobierno viajó a Extremadura a visitar la zona afectada por el tremendo incendio que llegó a tocar el parque de Monfragüe. Allí le hicieron una foto en la que está con el presidente de la Junta extremeña y con una señora que no sé quién es. Bueno, pues el Inda recorta la foto, deja sólo al presidente y la publica con un pie en el que más o menos decía: 'Sánchez posando como un Adonis en la zona quemada' Inmediatamente, como suele ocurrir, gentuza de diverso pelaje, replica la foto sin detenerse a comprobar si es válida o no. ¡Y no pasa nada! No pasa nada ¿porque os imagináis la que se puede montar si el presidente Sánchez pone la correspondiente denuncia?
"Pero es que, en otro orden de cosas, aunque por la misma senda, hace un par de semanas los familiares de los presos en las cárceles andaluzas se quejaban de que con el tremendo calor que está haciendo la cárceles carecen de aire acondicionado o los tienen averiado. Pues bien, no os podéis imaginar la cantidad de comentarios absolutamente críticos, negativos, despreciativos y hasta cargados de odio que se dirigían a los presos y a sus familiares en la red esa del cara libro."
"Es verdad", lo interrumpió mi mujer, "yo los he leído y es tremenda la falta de piedad, de compasión que manifestaban. Estuve a punto de añadir yo también un comentario en contra de tanta barbarie, pero luego me dije, para qué, esta ciudad es como es, más de 250 procesiones al año, miles de cofradieros, que, según dicen ellos mismos, realizan una gran labor social, y un obispo embustero y bulero él mismo (acordaos cuando dijo que la ONU tenía un plan para hacr homosexuales a la mitad de la población mundial), cuya última preocupación es si con el marxismo se alcanza o no el cielo, al que nunca se le ha visto por barrios como las Palmeras, las Moreras o Guadalquivir y al que este tema de los presos se la trae al pairo. 'Odia el delito y compadece al delincuente', decía, bien repleta de piedad, Victoria Kent, aquella eminente mujer republicana que, como bien sabéis, fue directora general de prisiones. Desgraciadamente, en nuestra ciudad ocurre más bien lo contrario: se odia mucho más al delincuente que el delito.
"Lo que choca de esos comentarios es que los comentaristas, muchos de los cuales, estoy segura, deben andar a la cuarta pregunta, se niegan a ver que el 90% al menos de las personas que están en las cárceles son de baja o muy baja extracción social y, aunque haya grandes criminales, la mayoría sólo han cometido delitos menores, como aquel chaval que con un tarjeta encontrada compró comida por valor de 75 € y, cuando lo trincaron, le metieron tres años de cárcel. En éstas no veremos a nadie de los que han robado miles o incluso cientos de millones,  eso están tranquilamente en la calle, con las argucias más peregrinas, como el Zaplana ese, al que soltaron hace un montón de tiempo porque padecía una enfermedad terminal, ¿terminal?, en la calle y hasta en la playa y sin devolver ni medio euro."



"A mí, de esos comentarios", intervino de nuevo Caraba, "más que la inquina, lo que me llama la atención es la soberbia y la seguridad con la que se expresan los comentaristas, aunque el apelativo que realmente les cuadra sería el de hienas. Me pregunto si esa gente, que ya se cree inmortal, se cree también inmune a cualquier desgracia. ¿Cómo pueden hablar con esa firmeza? ¿Tan ciegos están que no comprenden que en cualquier momento ellos pueden verse en el mismo lugar en el que se encuentran esos presos a los que tan furiosamente critican? Hoy mismo, dentro de un rato, cualquier de esos criticones antiempáticos va a coger su coche a la calle en que lo dejó y cuando está llegando a él descubre a un individuo que está tratando de forzar la cerradura. "¡Eh!", le grita, "¿qué hace usted?" Y el individuo en lugar de salir corriendo se revuelve y se le encara, nuestro criticón lo empuja, con tan mala fortuna que el posible ladrón cae de espaldas, se golpea la cabeza con el bordillo de la acera y muere. Y ya tenemos al criticón en la cárcel. 
"Aunque ellos no lo crean, estos caso ocurren, por lo que ya podrían atarse los machos antes de atreverse a criticar como lo hacen."

Imágenes.- Internet.

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