¿No nos da vergüenza a los españoles? ¿Qué nos pasa? ¿Tan profundamente nos comió el cerebro el maldito franquismo que cuarenta y ocho años después de la muerte del dictador no somos aún capaces de reaccionar? ¿Acaso el miedo se ha instalado en nuestros genes y no nos va a abandonar ya nunca?
Los homenajes a los exiliados españoles con motivo de su derrota en la guerra civil se suceden fuera de nuestro país. En 2016, en Francia, en la persona de los sobrevivientes, se homenajeó públicamente a los 9300 que habían sufrido prisión en los campos de concentración nazis de Dachau, Auschwitz, Buchenwald y, sobre todo, Mauthausen. El acto, muy emotivo, se celebró en el Memorial de la Deportación, muy cerca de Notre Dame y al mismo asistieron el entonces primer ministro francés Manuel Valls y la alcaldesa de París Anne Hidalgo. François Hollande, presidente de la República, le concedió la Legión de Honor a cuatro de ellos: Manuel Alonso, Virgilio Peña, Juan Romero y José Alcubierre. De todos aquellos prisioneros el último sobreviviente falleció fuera de nuestro país, en la ciudad de Ay, a los 101 años, se llamaba Juan Romero y era natural de Torrecampo (Córdoba).
En septiembre de 2021 se celebró en Roma, capital de Italia, un homenaje a Rafael Alberti, que vivió en la capital italiana durante una década en los años 60 y 70 del siglo pasado, y a los artistas españoles republicanos que, como Alberti, tuvieron que exiliarse para escapar de su asesinato por parte del régimen franquista.
En 1966,´en París, artistas españoles exiliados, pero también del interior del país, entre los que se encontraba alguno adicto al régimen, como José María Pemán, rindieron ya un primer homenaje a Rafael Alberti en exclusiva como símbolo y representante de la lucha por la libertad. Allí le entregaron al poeta gaditano una carpeta con más de cien obras pictóricas, cartas y poemas. Alberti se quedó con algunos, el resto, acabó en poder de la Academia de Bellas Artes de Cádiz que las cedió al Instituto Cervantes para la exposición en su sede de la Plaza Narbona de Roma.
Tardaron bastante en reconocer su valor, pero, al fin, en 2015 y en Francia también, recibía reconocimiento público a su valor y entrega la Novena Compañía de la Segunda División Blindada del general Leclerc que, en la tarde-noche del 24 de agosto de 1944, fue la primera que entró en París enfrentándose a las últimas fuerzas nazis que existían aún en la ciudad y que, en cumplimiento de las órdenes de Hitler, ofrecieron feroz resistencia. Esta Compañía estaba formada casi en su totalidad por españoles republicanos que, tras luchar contra los golpistas en la guerra civil española, se alistaron en el ejército francés para luchar contra los nazis, es decir, a favor de la libertad.Mientras tanto, aquí en España son poquísimos los españoles que conocen estos hechos. Nos va costando la misma vida recuperar para sus familiares los restos de los ejecutados por los franquistas, en realidad asesinados en su casi totalidad, pues los mataron sin juicio previo alguno, y fueron enterrados de mala manera en fosas comunes o en las cunetas de carreteras y caminos. Se pueden contar con los dedos de las manos los españoles que saben que Franco mantuvo 296 campos de concentración por los que pasaron entre 700.000 y 1.000.000 de personas, la mayoría civiles cuyo único delito era el de haber formado parte de organizaciones republicanas o haber estado cerca de ellas, sufriendo en ellos toda clase de vejaciones y de malos tratos, que a muchos les produjo la muerte.
Naturalmente, si no somos capaces de recuperar de una vez estos restos mortales como vamos a homenajear a exiliados. Si no sabemos que aquí hubo también campos de concentración, como vamos a reconocer a los españoles que murieron en los campos nazis. En 2014, el Congreso de los Diputados aprobó una moción para instar al gobierno a brindar un homenaje a dichos españoles en 2015, coincidiendo con el 70 aniversario de la liberación de los campos. El gobierno de entonces, presidido por Mariano Rajoy, dedicado a afanar, a favorecer a las grandes empresas, a abaratar y a precarizar el empleo y a cargarse las pensiones, hizo caso omiso a la moción y de ella nunca más se supo. Es decir que, en relación con lo sucedido en la época de la República, la Segunda Guerra Mundial y la posguerra seguimos mudos, sordos, ciegos y sin memoria. Bueno, todos no: la Iglesia católica no para de elevar a los altares a sacerdotes asesinados en aquellos días por los republicanos. Y no contenta con nombrarlos santos los declara además mártires, cuando, como la Iglesia sabe muy bien, para ser mártir, no sólo de la religión, sino de cualquier causa, que también los ha habido, no es necesario que haya tortura, cierto, pero sí que a la víctima se le haya dado, al menos, la oportunidad de apostatar de su fe. Detener a alguien y matarlo de un disparo sin más no pasaría de homicidio o incluso de asesinato, pero jamás sería un martirio. Y además, mire usted que casualidad, de los sacerdotes vascos asesinados por los franquistas, la Iglesia no quiere saber nada de nada.
Imágenes:
1ª y 3ª de El Diario. es
2ª loquevienesiendounadocumentalisa.blogspot.com
4ª Internet.
5ª.- La voz de Galicia
6ª.- Propia.
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