martes, 10 de junio de 2025

¿CARIDAD O JUSTICIA?

María del Rocío Hernández Soto, consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, ha realizado hace unos días la siguiente declaración en una entrevista en 7tv: "Mi obligación es que aquella persona que no pueda o no quiera costearse un seguro privado, sepa que cuenta con un sistema sanitario público."
Casi al mismo tiempo, La Junta de Andalucía, con la participación de la Consejera de Salud, ha regalado a las hermandades rocieras 155 desfibriladores y 140 extintores. La entrega se ha realizado en el Hospital de San Juan de Dios del Aljarafe, situado en la localidad de Bormujos, un hospital privado. Propiedad, además, de una orden religiosa.
Estas son sólo dos muestras de la decidida intención de la actual Junta de Andalucía, controlada por el Partido Popular, de liquidar la sanidad pública en beneficio de la privada, pasando a ser aquélla sólo un ente de beneficencia, es decir, de caridad. La salud de la población deja así de ser un derecho para ser un negocio privado en manos de grandes empresas que ven en el enfermo no a un paciente, sino a un cliente. De este modo, los andaluces quedan divididos en los que pueden costearse la salud y los que no pueden.
El reparto
Desde cualquier punto de vista, no sólo político, esta actuación de la Junta de Andalucía y, particularmente, de la Consejera de Salud y Consumo, es un robo sin paliativos que se le hace a la población andaluza en beneficio de empresas privadas que ni siquiera son andaluzas. Porque no se trata de que con la medicina pública coexista una medicina privada, sino que a diario se traspasan fondos económicos de la sanidad pública a la privada, por vías como la del envío de pacientes para la realización de pruebas o de intervenciones quirúrgicas, con la excusa, desvergonzada excusa, de aligerar las listas de espera. Sólo en Jaén, según publicación de Jaén Hoy, en los últimos cinco años se han derivado a la sanidad privada 13.000 operaciones y más de 312.000 pruebas diagnósticas.
Una forma no tan descarada de realizar ese robo consiste en el desmantelamiento paulatino de la atención primaria, de modo que, actualmente, no se consiguen citas de menos de quince días para el médico de familia. Esta situación empuja, de una parte, a los pacientes a dirigirse a urgencias, hasta colapsarlas con dolencias que no requerirían una decisión tan extrema, pero que tampoco pueden esperar los quince días citados. De otra parte, empuja a las personas en general a abonarse a una empresa privada donde por el momento tanto la atención primaria como la especializada parece que van más rápidas. La misma intención de desmantelamiento de la sanidad pública y el mismo robo supone el regalo de medios públicos a entidades privadas, como son las hermandades rocieras. 
Hospital de Bormujos
El Estado, y en este caso la Junta de Andalucía, no realiza actividades que produzcan dinero, el que obtiene procede de los impuestos, tanto directos como indirectos, es decir, de las aportaciones que vía IRPF, IVA, etc. realizan los españoles, es, por tanto, un dinero público y el dinero público no está, no debe estar para que los políticos hagan con él el uso que les parezca. Está para su empleo exclusivo en actividades públicas. En el caso de la sanidad, el dinero de nuestros impuestos debe de ir exclusivamente a la sanidad pública, nunca, pero nunca, a la privada.
Es curioso el caso particular de la actual Consejera de Salud. María del Rocío Hernández Soto es doctora en medicina y cirugía, especialista en pediatría. Nacida en Irún en 1971, cursó la carrera en la Universidad de Sevilla, una universidad pública, en la que sólo pagaba la matrícula de cada curso, pudiendo considerarse que los estudios eran prácticamente gratuitos. Es decir, se lucró de lo público y ahora que gracias a lo público (y a su esfuerzo, pero el esfuerzo se supone siempre) consiguió situarse económicamente en un buen lugar  no tiene empacho en poner su grano de arena para la liquidación de un órgano público tan importante como la Sanidad.
¿Pero por qué, cuál es el motivo por el que la Junta de Andalucía y, en concreto la Consejera de Salud, lleva adelante una política destructiva de la calidad de vida de los andaluces, pero de manera especial de la parte menos agraciada económicamente, la mayoría.? ¿Odia esta gente a las personas con menos capacidad económica, a los pobres, en general? ¿Los temen? ¿Pretenden que no dejen de ser pobres nunca porque de este modo no desafían sus estatus?
Mucho de todo esto hay, es indudable. En educación, por ejemplo, el Plan Bolonia, actualmente en vigor, fue y es un, un ataque visceral contra las clases menos pudientes, con la coartada de unificar los estudios universitarios en toda Europa. Con esa miserable justificación, se redujeron las carreras de cinco a cuatro años, al final de los cuales, aprobadas todas las asignaturas, se consigue una licenciatura que, en realidad, no sirve para nada si no se complementa con una serie de los llamados másteres, estudios especializados cada uno de los cuales cuesta una fortuna.
Un ungüento carísimo
Pero, a mi juicio, hay algo más: Los pobres forman parte principal del universo cristiano. Gracias a ellos los cristianos pudientes pueden ejercer la caridad, virtud excelsa que consigue la tranquilidad de la conciencia sin modificar ni un ápice los desequilibrios sociales existentes, es decir, permitiendo que el pobre viva, pero sin dejar de ser pobre. En el capítulo 14 del evangelio de Marcos se ofrece una secuencia extraordinariamente clarificadora: Jesús está en Betania comiendo en casa de un tal Simón el leproso, cuando llega una mujer con un ungüento carísimo y se pone a ungirle los pies. Los discípulos protestan entre sí diciendo que ese dineral podría servir para ayudar a los pobres. Jesús los oye y dice: Dejadla. ¿Porqué la molestáis? Ha hecho una buena obra conmigo. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis."
Esta debe ser la gran justificación que encuentran estos gobernantes, declaradamente cristianos y católicos, que hacen sus estaciones de penitencia en Semana Santa cargando con el paso de la cofradía a la que pertenecen, debe ser la gran justificación para seguir acaparando y facilitando el acaparamiento a los poderosos no sólo sin tener el más mínimo remordimiento, sino con alegría, con la sonrisa siempre en la boca. Y es que en la cultura cristiana no se contempla en ningún momento la erradicación de la pobreza.
Porque es falso, completamente falso, que el pobre lo sea porque quiere serlo o porque no hace el suficiente esfuerzo para abandonar su situación. Hay pobres porque una minoría se lleva si no la totalidad, la mayor parte del pastel que la economía general produce. Y hay pobres porque los dirigentes políticos reniegan de la justicia social con la argucia o la coartada de la caridad.
Bonilla, con su sonrisa habitual
Ahora bien, lo curioso no es que un gobierno, en este caso el de la Junta de Andalucía, destruya un servicio público tan importante como la sanidad, sino que ese gobierno haya sido votado mayoritariamente por quienes más van a sufrir la desaparición de ese servicio. A este respecto, cabe añadir que actualmente las empresas de salud privadas ofrecen primas muy atractivas para muchísimas personas, incluso en el contrato se indica que el tomador no será excluido nunca, sea cual sea su edad. En efecto, ningún cliente va a ser excluido explícitamente, pero cuando alcance la edad de la vejez será excluido por la vía de un subidón de la cuota, que el tomador no podrá abonar. Lo mismo ocurrirá si tiene la desgracia de contraer una dolencia crónica que acarree más gastos de los previstos por la empresa. De este modo, todo el que hoy, joven todavía, se acoja a una de esta pólizas se encontrará con que no tiene ni seguro privado ni seguro público. Entonces será tarde incluso para las lamentaciones.

Imágenes: Internet
Las negritas son de un servidor


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