viernes, 8 de marzo de 2024

LA RELIGIÓN COMO COARTADA

Con harta frecuencia veo en las redes sociales, o escucho de viva voz en los bares, que a ver si tal o cual mujer que en España, y en general en el mundo occidental, expresa una opinión o muestra un comportamiento liberal es capaz de hacer lo mismo en un país musulmán, dando a entender, y en ocasiones diciéndolo abiertamente, que en los países musulmanes las mujeres están calladitas, sin atreverse a sacar ni medio pie del plato. Quienes sostienen tal reproche suelen ser hombres, hombres a los que parece darles pánico las mujeres que no se sujetan ni a la moral ni a las normas tradicionales de dependencia del varón.
Bien, pues tal afirmación o es fruto de un completo desconocimiento de lo que está ocurriendo en los países islámicos o, más comúnmente, es una gran falacia. Porque las mujeres en esos países llevan décadas luchando por conseguir su libertad frente a la opresión machista disfrazada de moral religiosa. Y a la vanguardia de esa lucha se encuentra actualmente Irán. 
El actual régimen de los Ayatolás, juristas islámicos, esto es, alfaquíes y ulemas, se instaló en Irán en 1979, encabezado por el famoso Jomeini (1902-1989), tras derribar el régimen de Mohammad Reza Pahlevi (1919-1980), Shah del país, que por entonces mantenía el nombre histórico de Persia. El Shah, que había accedido al trono persa en 1941, sucediendo a su padre, se había propuesto modernizar el reino, pero fue evolucionando hacia el autoritarismo, hasta el punto de que acabó creando la temible SAVAK, policía secreta que contaba en sus filas con hasta quince mil agentes. Pero pasar de un régimen laico, aunque autoritario, a uno religioso fue salir de un abismo para caer en otro peor.
Jomeini pasaba por místico y hasta había escrito poesía en esta línea, cercana, según los expertos, a  San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús,  pero era en realidad un alfaquí chiita experto en la sharía, ultraconservador y ultra egotista, para el que democracia y prostitución venían a ser la misma cosa. Por autodefinición, el suyo fue el Gobierno de Dios, de manera que cualquier disidencia se catalogaba como una "rebelión contra la divinidad." 
La religión utilizada una vez más como coartada y, al mismo tiempo, como herramienta para controlar duramente no sólo las actividades, sino hasta los pensamientos más íntimos de la gente, en beneficio exclusivo de una minoría privilegiada. Una de sus medidas que más resonancia internacional tuvo fue la fatwa, es decir, la condena a muerte allí donde quiera que estuviese, contra el novelista Salman Rushdie por su novela Los versos satánicos. Pero, sin lugar a dudas, el acto más duro fue la ejecución en 1988 de disidentes políticos: comunistas, fedayines y muyahidines, en un número que no ha podido establecerse con exactitud por el secretismo del Estado, pero que pudo llegar a los treinta mil (30.000).
Con todo, las más perjudicadas fueron las mujeres, que si durante el reinado del Shah eran cada vez más libres, pasaron a un estado de semiesclavitud, bajo el absoluto control masculino. El nuevo régimen, que se prolongó tras la muerte de Jomeini en 1989, sustituyó la temida y odiada policía del Shah, por una ¡policía moral!, que se encarga principalmente de controlar la estricta vestimenta que están obligadas a llevar las mujeres, especialmente el velo o hiyab
Desde Jomeini, multitud de mujeres se han venido y se vienen oponiendo a esta situación. En esta lucha, la figura más destacada es la de Nagar Hammadi (Zanjan, 1972). Licenciada en Física y periodista, ya desde su época de universitaria destacó por su defensa de los derechos humanos y, concretamente, de las mujeres. Como consecuencia de su actividad ha sido detenida en numerosas ocasiones, cumpliendo distintas condenas en las prisiones iraníes. En 2010 fue condenada a once años de cárcel por atentar contra la seguridad nacional, según la acusación gubernamental, aunque un tribunal de apelación le rebajó a seis años, de los que sólo cumplió cuatro. Pero fue detenida de nuevo en 2015 y condenada a diez años. En 1990 se casó con el también periodista y reformista Tagh Rahmani, con el que tuvo dos hijos gemelos. En 2012, tras varias detenciones y temiendo por su vida, Rahmani, de acuerdo con Nagar, se exilió con sus hijos en Francia.
La policía moral cuenta con carta blanca para actuar contra las mujeres que, a su juicio, no van adecuadamente vestidas. Son numerosas las que a lo largo de estos años han pasado por sus garras, dando ocasión a protestas que no dejaban de ir en aumento. En septiembre de 2022, Mahsa Amini, una chica de veintidós años perteneciente a la minoría kurda,  fue detenida mientras visitaba Teherán en compañía de su hermano por, al parecer, no llevar el velo adecuadamente puesto. Trasladada a las dependencias policiales, murió como consecuencia de las torturas a que fue sometida. Tal hecho produjo un levantamiento principalmente de mujeres, pero también de bastantes hombres, bajo el lema Mujer Vida y Libertad, con grandes manifestaciones pacíficas en las calles. El régimen respondió violentamente. Hubo cientos de muertos, incluidos niños y niñas, y miles de heridos, bastantes de ellos ciegos, porque la policía disparaba perdigones. Luego, seguirían detenciones arbitrarias, con más de veinte mil (20.000) arrestados, bastantes de ellos pasados por las armas. Y la policía moral sigue actuando a su capricho contra las mujeres. El 22 de octubre de 2023, en el metro de Teherán, varios de estos policías golpearon hasta dejarla en coma por no llevar puesto el velo a Armita Geravand, otra chiquita, de sólo diecisiete años, que moriría poco después en el hospital militar, al que fue llevada.
En estos momentos hay en las cárceles iraníes varios miles de mujeres condenadas por su lucha en favor de la libertad, muchas de ellas en celdas de castigo. Precisamente, en 2022, Nagar Hammadi, publicó el libro Tortura Blanca, con testimonios, en forma de entrevistas, de catorce mujeres encarceladas, incluida ella. Las catorce han sufrido esa tortura blanca que es  tanto física como psicológica y que consiste en el aislamiento absoluto en recintos donde apenas puede moverse el detenido, con luz, con música estridente, o con ambas al mismo tiempo, durante las veinticuatro horas del día. El libro, que ha sido publicado en España por Alianza Editorial, fue presentado recientemente en Madrid por el marido de la autora, Tagh Rahmani, y se encuentra fácilmente en las librerías. El año pasado, 2023, se le concedió a Nagar el Premio Nobel de la Paz, pero sigue en la cárcel, tan controlada que el régimen, muy religioso, pero carente por completo de piedad, no le ha permitido siquiera asistir al entierro de su padre, muerto hace sólo unos días.
Hoy, ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, bien haríamos desde Occidente y, en concreto, desde España en decir menos tonterías de las mujeres islámicas y apoyar con todos los medios posibles sus luchas, que no se circunscriben sólo a Irán y que deberían ser también las nuestras.

Imágenes de Internet.
La primera, de Nagar Hammadi,
La segunda, de Jomeini
La tercera, de Salman Rudhie
La cuarta, de Mahsa Amini
La quinta es obvia, portada del libro Tortura blanca.



2 comentarios:

  1. Siempre detrás de la mayoría de las injusticias la religión que se cupone oferta amor y paz, es verdad que su utilización parte de los hombres y de su miedo ancestral a las mujeres. Un abrazo y muy pedagogico el artículo.

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  2. Muchas gracias, Paco. La religiones son la peste, porque se meten a fondo en tu vida y, si te descuidas o te sales mínimamente del tieso, te matan con la excusa de que quieren salvarte. Buen trabajo y mucha sangre costó liberarse casi del yugo católico. Estos están todavía en la Edad Media. Un abrazo

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