miércoles, 17 de marzo de 2021

CODICIA

 

Los economistas denominados liberales, al día de hoy la inmensa mayoría, ven al ser humano como un homo economicus, un individuo dispuesto a vender hasta su alma por un puñado de dolares, o de euros, o de cualquier moneda, hasta la de más ínfimo valor, y por un puñado no demasiado grande.
Con el propósito de verificar la veracidad o no de tal definición, no hace mucho tiempo un grupo de investigadores de una universidad española y otra norteamericana sometieron a un grupo de trescientos voluntarios a un peculiar experimento. Consistía éste en una serie de preguntas muy sencillas a las que podían contestar diciendo la verdad o mintiendo. Si respondían con la verdad ganaban 14 € por respuesta, si mentían la recompensa era de 15 €, es decir, un euro más.
El resultado fue más sorprendente de lo que cabía esperar: el 40 % de los participantes respondió siempre con la verdad; un 20 % debió tomarse el experimento a chacota, porque contestó claramente mintiendo y diciendo la verdad como le vino en gana; El 40 % restante mintió en todas y en cada una de las preguntas. Repito que todas las preguntas eran tan fáciles que el error resultaba prácticamente imposible.
Aunque el número de participantes no fue demasiado elevado puede decirse que los economistas citados yerran en buena medida, toda vez que el 60% de la población no parece tener interés en mentir para conseguir una ganancia económica. Pero habría nada menos que el 40 % que con tal de ganar no le importa en absoluto mentir.
Un 40% de mentirosos para obtener sólo un euro más que los sinceros o que aquellos que se tomaron a broma el experimento y, por tanto, poco debe importarles igualmente ganar, es una barbaridad. ¿Qué no estarían dispuesto a hacer si en lugar de un euro fueran miles o millones los que estuvieran en juego? ¿Y no se sumarían entonces a este grupo más de uno de los indiferentes y de los sinceros?
En cualquier caso, si no en la totalidad, la codicia forma parte del carácter de una gran porción de la humanidad y es ella, en buena medida, la causa de la mayoría de los males que atormentan al mundo.
 

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