miércoles, 13 de septiembre de 2023

LA SALETTE

Con esto de las apariciones marianas, uno se pregunta, creo que con razón, por qué la Virgen María, tan pródiga en dejarse caer por el mundo, no se aparece nunca a un musulmán; a un hindú seguidor de Brahma o de Krisna; a un japonés entregado al tao o a un tibetano budista, incluso a un budista sin más, de los distintos grupos que, por ejemplo, existen en España. Uno se pregunta también por qué, puesta a aparecerse, lo hace siempre a niños de no mucha edad, medio analfabetos y en lugares alejados de las poblaciones. Por supuesto, la Virgen es muy dueña de hacer lo que le parezca, pero resulta raro, ¿no? A mí, por lo menos, me resulta tan raro como que los mensajes en sus apariciones sean siempre tan amenazadores. Es un poco como las sicofonías: usted, amable lector o lectora, ¿ha oído alguna vez una sicofonía en la que la supuesta voz grabada cuente un chascarrillo? Son todas terriblemente angustiosas.
Ahora bien, puesta la Virgen a amenazar, no nos ha regalado hasta la fecha con amenazas más duras ni más precisas que las de La Salette, aparición mariana no demasiado conocida, favorita de ese enorme pobretón católico que fue León Bloy (1846-1917), el hombre que mejor escribía de Francia, el más radical y el más panfletario. Escribía unos panfletos magníficos.
La Salette-Fallavoux es una pequeña población situada en los Alpes franceses, en el distrito de Grenoble. En 1946, apartada del caserío, se le apareció la Virgen a dos niños: Maximino y Melanie. Les entregó sendos mensajes, de palabra, por supuesto. El de Melanie contiene nada menos que treinta y tres profecías amenazadoras a cual más truculenta. Van dirigidas en buena parte contra los sacerdotes de la época que, al parecer, eran unos golfos y unos desalmados, pero van dirigidas también a la población en general, no sólo a los católicos. 
A título meramente de ejemplo, la tercera profecía dice textualmente: "Dios va a golpear de una manera sin ejemplo." y la cuarta: "Desdichados los habitantes de la tierra! Dios va a agotar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males reunidos". Nadie, ni siquiera los masai o los pigmeos africanos, pobrecitos míos, que eran y son más buenos que el pan, a lo mejor porque nunca han oído hablar de la Virgen, ni de su Hijo ni del Padre de su Hijo. Las treinta y tres profecías, la mayoría bien largas, las memorizó Melanie palabra por palabra y, tal y como le había exigido la Virgen, no las hizo públicas hasta 1858.
Y la cosa es que, a pesar de la terribilidad y las evidentes exageraciones del mensaje, mucha gente la creyó; la prueba es que poco tiempo después se construyó un imponente santuario en el lugar de la aparición y se inició el fenómeno de las peregrinaciones, tan necesitados de consuelo andamos, un fenómeno que aunque no tan importante como los posteriores de Lourdes o Fátima, supone para la Iglesia un lucrativo negocio, tanto espiritual como económico.

Imágenes: internet


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