martes, 22 de febrero de 2022

LADRONES

Desde hace mucho tiempo, tengo un par de amigos que, a veces por separado y casi siempre juntos, vienen a mi casa, donde montamos tertulias que para mí suelen resultar tan amenas como instructivas. Ambos están jubilados, como yo. Uno, Ernesto Caraba, ha sido profesor de autoescuela, con lo que ha tenido la oportunidad de conocer una fauna bien variopinta de individuos. El otro, Sancho Dávila, ha sido profesor de Historia en un instituto de la capital y es un hombre más bien introvertido, pero equilibrado, al que le hubiera gustado vivir en una ciudad marítima.
Ayer tarde, charlando sobre la situación general del país y de comentar el subidón que está teniendo todo, especialmente la energía, encabezada por la electricidad, la conversación recayó, como no podía ser de otro modo, en la guerra que se ha desatado en el PP y en la manifestación de casi cuatro mil personas en apoyo a la presidenta de la Comunidad de Madrid, más que presunta corrupta.
"Yo no acierto a comprender cómo se puede aplaudir y votar a quien ha dejado morir a casi ocho mil ancianos de las residencias madrileñas, que está desmantelando la sanidad pública y, sobre todo, que, presuntamente, pero con indicios clarísimos, está transfiriendo el dinero de los madrileños a sus familiares y amigos, es decir, robando.", proclamó mi mujer. 

"Os lo voy a explicar, a ver si os enteráis de una vez", saltó entonces Ernesto Caraba con su habitual impetuosidad: "España es un país de ladrones! Cada país ha desarrollado características propias: Los norteamericanos, por ejemplo, son como niños mal educados, no hay que más que ver la facilidad con la que tiran de revólver o de rifle de repetición y hasta de bomba atómica, si les da el capricho; los sudamericanos en general andan desde hace tiempo entre la jungla y los rascacielos, así es que la mitad son creyentes y la otra mitad también; los chinos y los japoneses van por la vida como robots funcionales; los franceses son gorrinos; los ingleses, pagados de sí mimos y tan estirados como una regla metálica; los alemanes son la mitad escuadras y la otra mitad cartabones; los italianos, alcahuetes, etc. Los españoles somos ladrones.
"En España desde el primer mandatario hasta el último monaguillo de una aldea perdida o son ladrones en acto, como diría Aristóteles, y se están hinchando de robar, o lo son en potencia y se están preparando para meter la mano en la caja común o en el bolsillo del vecino. Fijaros si esto es así que cuando se produce una excepción, porque todas las reglas la tienen, como la de aquella concejala de Dos Hermanas que denunció que habían intentado comprarla con un buen montón de millones para que votara a favor de un pelotazo urbanístico no sólo no la aplaudieron sus vecinos, sino que la llamaron gilipollas, así, con todas las letras. 
"Y no creáis que no es eso lo que han pensado buena parte de los españoles cuando Julio Anguita renunció a la sustanciosa jubilación que le correspondía como exdiputado y se conformó con la de maestro, profesión que había sido la suya y a la que volvió cuando dejó la política; o cuando Gerardo Iglesias volvió a la mina de la que había salido para ser diputado; o cuando Pablo Iglesias renunció a su indemnización como exvicepresidente del gobierno, etc., porque hay algunas excepciones más que en este momento no recuerdo. Qué diferencia, ¿no?, con tipos como Aznar o González, forrados de pasta y trincando cada año los 84.000 € de pensión vitalicia como expresidentes del gobierno.


"Los españoles inventamos la picaresca, que es una forma de vivir del robo en mayor o menor escala. Aunque aquí cuanto más robas más posibilidades tienes de quedar impune. Mirad a ese Zaplana o al excalde aquel de Marbella que se enrolló con la Pantoja, ambos pegándose la vida padre tras abandonar la cárcel sin cumplir su condena ¡porque padecían una enfermedad terminal!
"¿Cómo puede explicarse que el PP, un partido que como tal ha sido condenado por pagar la reforma de su sede con dinero procedente de la corrupción, es decir por robar, independientemente del número incontable de sus miembros que han sido condenados o están en camino de serlo, por lo mismo, pueda seguir recibiendo la cantidad de votos que recibe? Pues se explica porque los que lo votan están haciendo lo mismo que ellos.
"Y conste que hay muchas maneras de robar, eh: los jueces que dictan sentencias absolviendo a individuos clarísimamente corruptos están robando. Los empresarios que contratan por ocho horas diarias, pero hacen que en el contrato figuren sólo cuatro, que son por las que cotizan, están robando. Los currantes que se escaquean de sus puestos y se largan bastante antes de su hora, están robando. Por robar, roba hasta la propia Iglesia, que hace mucho que olvidó no sólo el séptimo mandamiento, sino todos los demás. ¿O acaso no es un robo la apropiación de casi cuarenta mil inmuebles, solares y terrenos rústicos que jamás fueron suyos, amparándose en una ley manifiestamente injusta e ilegítima?"
Caraba calló y, con gesto maquinal, cogió la taza del café, que parecía haber olvidado, y se bebió el contenido de un trago. Fue el momento que aprovechó mi mujer para intervenir de nuevo:
"¿O sea, Ernesto, que si todos los españoles somos ladrones, tú también lo eres?
"Mira, Julia, yo los meto a todos y que se salve el que pueda."

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