miércoles, 18 de agosto de 2021

LOS FANTASMAS DE GOYA


Los Fantasmas de Goya es el título de una película hispano-norteamericana rodada en 2006 bajo la dirección de Milos Forman, con Natalie Portman, Stellan Skarsgärd y Javier Bardem como principales protagoniscas.
Narra la historia de Inés Bilbatúa, una jovencita, casi una adolescente todavía, hija de un rico comerciante madrileño amigo de Goya, quien, al comenzar la película, se encuentra pintando el retrato de la muchacha. Isabel es acusada de herejía ante la Inquisición, detenida y encerrada en la cárcel madrileña de la siniestra organización, en la que pasará nada menos que doce años y en la que sufrirá toda clase de vejaciones, incluida su violación con su correspondiente embarazo. Y de la que para obtener su libertad de nada valdrán ni las gestiones de Goya ante su amigo, fray Lorenzo, ni las importantes donaciones económicas del padre a la Iglesia.
La película no es gran cosa. Forman, que ya había dirigido Amadeus, por la que obtuvo el oscar al mejor director, y Valmont, traslado a la gran pantalla de la célebre novela Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos, traza aquí poco más que un folletín, en el que los fantasmas de Goya, nombre que hace referencia a las pinturas negras, se quedan en eso, en alicaídos fantasmas que pasan por la escena apenas como suspiros o como sombras de algo que no se acierta a ver en ningún momento.


No obstante, la cinta tiene, a mi juicio, dos virtudes que hacen muy recomendable su visión. En primer lugar, el excelente trabajo de Javier Bardem en su doble papel de inquisidor y de afrancesado. Luego, una larga secuencia que pone de relieve de manera contundente lo que fue la institución eclesiástica que, sin el menor pudor, recibía indistintamente los nombres de Santa Inquisición y Santo Oficio
Desesperado el padre porque pasa y pasa el tiempo y no consigue la libertad de su hija, decide pasar a la acción directa. Con la ayuda de Goya invita a comer en su casa al hermano Lorenzo, comida a la que, además del comerciante, asisten sus dos hijos, dos jóvenes de muy buena planta, fuertes y apuestos, y, naturalmente, Goya.
Mientras comen, el comerciante saca el tema de la tortura, a la que, con el mayor cinismo que imaginarse pueda, la Inquisición no la denominaba tortura, sino que le daba el nombre de cuestión, es decir, que aplicar tortura a un acusado era someter a cuestión.  El padre de Isabel se encara directamente con fray Lorenzo y le dice que bajo tortura hasta la persona más fuerte puede confesar cualquier cosa, por absurda que fuese. Fray Lorenzo, un Bardem que exhibe un cinismo excelso, le contesta que tal cosa no es posible porque si el acusado es inocente Dios le da fuerzas para soportar la cuestión sin abrir la boca.
Después de un breve intercambio de pareceres en el que cada uno mantiene su posición, el comerciante dice: "Vamos a comprobarlo", y dirigiéndose a sus hijos: "Atadlo." Los hijos, que ya están preparados, agarran al fraile y proceden a atarle las manos a la espalda, mientras el comerciante pide a Goya que se marche, para evitarle muy posibles problemas futuros.


Goya sale y los muchachos cuelgan a fray Lorenzo del techo y el señor de la casa le pide que confiese que no es humano, sino que es el hijo de una mona. Fray Lorenzo se niega, pero los hijos lo van alzando del suelo, una de las torturas más suaves que empleaba la Inquisición, y apenas le han dado dos tirones el fraile confiesa lo que le pide el comerciante. Pero la secuencia no acaba aquí, concluye cuando bajan al fraile y firma el documento con su confesión que el padre de Inés tenía preparado de antemano, seguro de que su intuición no lo engañaba.


La inmensa mayoría de los historiadores siguen quitándole hierro a esta institución eclesiástica o a pasar de puntillas junto a ella. Con mareante insistencia, unos y otros recurren siempre a dos argumentos: La Inquisición no fue tan fiera como algunos pretenden y la tortura se aplicaba también en el mundo civil, incluso con mayor dureza. Ambos argumentos constituyen una pura falacia y ambos son muy fáciles de contrarrestar, aunque qué poquitos son los que se deciden a hacerlo.
En primer lugar y en cuanto al segundo argumento: el hecho de que a mi alrededor haya, por ejemplo, muchos ladrones, incluso que todo el mundo robe, no me da a mi derecho alguno ni legal (aunque haya leyes que lo permitan) ni mucho menos moral para robar también. Y en segundo lugar: Cómo puede la Iglesia Católica, que se dice fundada por Aquel que dijo: "Cuando os den una bofetada en una mejilla poned la otra." Y también: "Amad a vuestros enemigos.", cómo puede crear un organismo para perseguir y torturar a seres humanos que ni siquiera son sus enemigos. Es evidente que una Iglesia que actúa de este modo es un Institución que, por más que mantenga los textos y todo la parafernalia que ello conlleva, ha olvidado por completo los mandatos de su Fundador y se ha convertido en una entidad podrida que sólo vela por su mantenimiento.

Imágenes:
Pinturas de Goya
Fotogramas de la película.
Internet

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