martes, 11 de marzo de 2025

SIGUEN ENCUBRIENDO LA PEDERASTIA

Palacio arzobispal de Toledo
Mientras el papa lleva ya veintitantos días en el hospital tratando si no de burlar, sí de retrasar la muerte, la jerarquía católica sigue encubriendo la pederastia, al menos en España. Y no sólo la encubren, sino que se cachondean de la víctima, manteniendo abierta su herida y regándosela con sal, con salfumán, con alcohol, con todo lo que impida que cicatrice.
Es verdad que este papa está claramente en contra del abuso sexual de menores dentro de la Iglesia, también fuera, por supuesto, pero lo que sostiene y ordena el papa se lo pasan parte del Vaticano y, desde luego, los obispos españoles por el arco del triunfo.
Uno de los últimos casos, que ejemplifica lo que va dicho, es el de Carlos, un joven que prefiere mantener el anonimato, de momento, porque su historia no ha terminado. En el año 2003, con sólo once años, Carlos ingresa como alumno interno en el seminario menor de Toledo. Aquí tiene como director espiritual al padre Pedro Francisco Rodríguez Ramos, su futuro abusador, quien con la habilidad propia de estos malhechores lo va dirigiendo para proceder a los abusos sin que el muchachito llegue a escandalizarse más de lo imprescindible. Ese mismo año el cura comienza con esas caricias que muchas veces los mayores le hacen a los niños sin maldad alguna y sin segundas intenciones. Pero en este caso si había maldad. 
Pedro F. Rodríguez Ramos
La manipulación del cura van a tan buen ritmo que en una fecha tan temprana como febrero de 2004 le da a Carlos el primer beso en la boca. Luego vendrían más, señalándole el pedófilo que aquellos besos no eran pecado, porque lo besaba como si fuera su padre. El 8 de julio de 2006, el papa Benedicto XVI visita Valencia para asistir al V Encuentro Mundial de las Familias. El padre Rodríguez Ramos y Carlos, que ya tiene catorce años, viajan juntos a Valencia y esa noche duermen ambos en la playa, en el mismo saco de dormir. Una semana después, el curáncano, porque no se le puede aplicar otro nombre, lleva al muchachito a La Bañeza (León) para realizar unos ejercicios espirituales. ¡Sí si, espirituales! Aquí es donde comienzan los abusos en firme.
La Bañeza (León)
Lo peor de lo peor que tiene la pederastia eclesiástica es que, en la mayoría de las ocasiones, el pederasta no sólo abusa de un menor, sino que imbuye en él una asquerosa desorientación moral. El chaval pensaba que los toqueteos del cura, sus abrazos, sus besos, la noche que pasaron en Valencia, eran pecado, pero el director espiritual lo negaba, diciéndole que era normal entre personas que se querían. En La Bañeza ya estuvieron los dos completamente desnudos y allí el cura masturbaba al chaval deteniéndose antes de que eyaculara, explicándole que ahí estaba la diferencia entre la gracia y el pecado. Por su parte, Carlos le hizo alguna felación al pederasta, sin necesidad de que éste lo obligara, a tal manejo del adolescente había llegado el tipo. No obstante, uno de aquellos días, desorientado, Carlos le volvió a preguntar a su mentor si lo que hacían era pecado y, por primera vez, si eran homosexuales. Aquí, el abusador reaccionó agresivamente, aunque enseguida se puso a llorar, abrazó al jovencito y creyéndolo aún en sus manos le advirtió que si contaba algo a alguien no lo volvería a ver.
Arzobispo Braulio Rodríguez
No volver a ver al cura, eso es lo que necesitaba Carlos y eso fue lo que le dijo en 2007, ya con 16 años, que le gustaba una chica y que no quería verlo más. Dos años más tarde, ya mayor de edad y habiendo comprendido lo que el padre Rodríguez Ramos había hecho con él, Carlos se plantea denunciarlo. La denuncia, sin embargo, la materializa la madre en el arzobispado de Toledo, siendo arzobispo Braulio Rodríguez. Éste le dice a la denunciante que ya conoce el caso por otro sacerdote, añadiéndole que lo que contaba su hijo se debía a su "afectos desordenados." Por consiguiente, mantiene al pederasta en el mismo seminario hasta el año 2015, en que lo nombra rector de la iglesia de San Ildefonso y Santuario de los Sagrados Corazones, de Toledo.
Seminario Moyabamba (Perú)
En el año 2016, Carlos denuncia su caso ante la Justicia en el juzgado número 1 de La Bañeza, por ser aquí donde se produjeron los mayores abusos. Comienza entonces la investigación judicial de los hechos, momento en que el arzobispo Braulio Rodríguez no pone al acusado a disposición de la justicia, sino que en una clara burla de la víctima, manda al todavía supuesto pederasta al ¡seminario de Moyabamba, en Perú! La investigación se prolonga nada menos que siete años, hasta el 29 de mayo de 2023, en que se celebra el juicio. Antes, en 2022, el joven Carlos denuncia su caso en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición). Como no obtiene respuesta, en diciembre de 2023 consigue hablar directamente con el papa Francisco. En marzo de 2024, el papa ordena al Dicasterio de la Doctrina de la Fe que se juzgue canónicamente al ya condenado pederasta. El Dicasterio, retorciendo la orden del papa, encarga el enjuiciamiento del sacerdote Pedro Francisco Rodríguez Ramos al arzobispado de Toledo, una decisión fantástica, pues, suponiendo que este juicio se lleve a cabo alguna vez, el arzobispo será juez y parte. 
En el juicio civil, el sacerdote fue condenado a siete años de prisión y al pago de 40.000 euros a la víctima. Cuatro informes psicológicos y uno del forense certificaban que el joven, en efecto, había sufrido abusos. Sólo un informe psicológico, aportado por la defensa del sacerdote, sostenía que "no hay una relación directa de causalidad inequívoca" entre el trauma que presentaba Carlos y los hechos denunciados. El nuevo arzobispo, Francisco Cerro, que sustituyó a Braulio Rodríguez en 2019, afirmó en su momento que respetaba la sentencia, aunque no era definitiva, señaló, pues iba a ser recurrida. En 2024, tras el correspondiente recurso, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León absuelve al sacerdote, no por considerarlo inocente, sino por defecto de forma en la instrucción inicial. El caso se encuentra actualmente en el Tribunal Supremo.
Arzobispo Francisco Cerro
A preguntas de la prensa, el nuevo arzobispo de Toledo contestaba en 2021 que: "Desde el momento en que se tuvo conocimiento de las hechos, el anterior arzobispo, con pleno respeto al principio de presunción de inocencia, actuó conforme a la legislación canónica vigente." Pero guarda silencio ante la pregunta concreta de si había abierto el preceptivo proceso canónico, incluido informe al Vaticano. Calla igualmente, sobre el mismo asunto, César García Magán, Secretario de la Conferencia Episcopal y obispo auxiliar de Toledo, ante la pregunta del diario El País en 2022, limitándose a contestar que el arzobispado "había hecho los deberes." 
¿Y la archidiócesis se puso en algún momento en contacto con el joven Carlos? Sí, hombre, en noviembre de 2022, después de las preguntas de El País a García Magán, hablaron con él por teléfono. Luego, el 30 de marzo de 2023, Carlos recibió un email en el que se le  ofrecía un encuentro con el arzobispo para "una reparación moral." Pero ni en su momento se abrió proceso canónico alguno, preceptivo cuando se tiene conocimiento de hechos de este tipo, ni se han iniciado siquiera los trámites para celebrar el juicio ordenado por el papa.


Fuente: Noticias de prensa
Imágenes: Internet



 

2 comentarios:

  1. Un gusto volver a leerte. Todo bien, supongo. Un abrazo

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  2. He pasado unos días regularillo, pero ya todo bien. Gracias, Melastregues

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