Pero vamos a ver si lo tenemos claro: ¿Cuántas naturalezas hay en Cristo? El padre Ripalda, autor del célebre catecismo que lleva su nombre, no tenía dudas: Cristo tenía dos naturalezas, divina y humana. Muy bien, pero en cuanto a la naturaleza divina, qué relación exacta tenía con el Padre. Durante siglos, determinar o encontrar una solución a tan pavoroso problema provocó tremendas pugnas, no sólo dialécticas, entre unos cristianos y otros, con el epicentro en Constantinopla, capital por entonces del Imperio Romano.
No vea usted, amable lector, lo que, en un momento dado puede liar una simple y humildísima "i". Porque toda la discusión se establecía en función del significado de dos términos griegos, diferenciados únicamente por esa "i"
HOMOOUSIOS = De la misma naturaleza que el Padre
y
HOMOIOUSIOS = De naturaleza similar a la del Padre.
¡Qué extraña y absurda es la naturaleza humana! ¡Por qué nimiedades, imposibles además de verificar, agarramos la estaca y la emprendemos a garrotazo limpio. Que digo yo que, conociéndonos, puesto que, como Dios, nos había creado, ya pudo el propio Cristo, antes de najarse, dejar claro y bien claro un asunto tan peliagudo.
Hasta golpes de Estado se produjeron en Constantinopla con el propósito, entre otros, de llevarse el gato al agua en este asunto, sin cuya resolución los seres humanos viviríamos por los siglos de los siglos en permanente estado de ansiedad. En el año 450, gracias a uno de estos golpes, se hizo con el trono Pulqueria, hermana del fallecido Teodosio II y mujer de armas tomar. Casada con Marciano, un pusilánime que ostentó el título de Emperador, pero solo de manera oficial, provocó la convocatoria del Concilio de Calcedonia (451) en el que pretendía zanjar la cuestión de una vez y para siempre.
¡Pero que se va a zanjar! Los obispos reunidos votaron por el Homoousios, sacrificando la humilde "i", no obstante, los defensores de ésta no aceptaron el resultado. Y es entonces cuando tenemos la oportunidad de descubrir el verdadero poder de esa simple "i". Los dos bandos, que ahora pasaron a llamarse miafisitas = misma naturaleza que el Padre, y diafisitas = naturaleza similar, mantuvieron, más o menos, el mismo enfrentamiento que antes del Concilio.
El diafisismo permaneció en el centro del imperio, en tanto el miafisismo se extendió por Asia Menor, gracias, principalmente, a la predicación de Jacobo Baradens (500-578), que llegaría a ser obispo de Edesa. De esta amplia área, donde cuajó con más fuerza fue en el reino Gasánida, un Estado aliado del Imperio Bizantino, al que le hacía de tapón frente a los persas, sus enemigos tradicionales. Ocupaba un territorio que se extendía por Palestina, Jordania, parte de Arabia y parte de Siria. Sus habitantes, tradicionalmente guerreros, eran árabes cristianos. Como tales, fueron especialmente devotos de un tal Sergio, soldado cristiano que había sido martirizado hasta la muerte durante la persecución de Diocleciano (284-305), cuyo culto se había extendido por todo el Imperio Bizantino.
Pero Sergio no estaba solo. Junto a él, pero muy junto, los gasaníes, veneraron también a un tal Baco, igualmente soldado romano y mártir. Ambos eran dirigentes en la escuela militar de reclutas, Sergio como comandante y Baco como su lugarteniente, sufrieron martirio cuando se descubrió que eran cristianos y los dos, siempre muy juntos, fueron declarados santos por la Iglesia. Su fiesta tiene lugar el 8 de octubre.
Tan estrecha relación, puesta claramente de manifiesto en la iconografía, llevó a sus seguidores al convencimiento de que lo que los unía no era la amistad, sino el amor. En apoyo de esta idea existe un texto de autor anónimo en el que se narra el martirio simultáneo de los dos, quienes, al parecer, murieron incluso abrazados. Se trata de Pasión de Sergio y Baco. De hecho, entre los gasaníes, ambos santos eran conocidos como Los amantes. Toda una historia de amor entre personas del mismo sexo. El reino gasánida perduró hasta el siglo VIII, en que su territorio fue ocupado por los musulmanes. Sin embargo, su existencia, siquiera como vestigio, se mantiene hasta el día de hoy con la Casa Real Gasaní, al frente de la cual se encuentra un príncipe.
Modernamente, el norteamericano John Boswell (1947-1994), profesor de Historia en la Universidad de Yale y miembro fundador del Centro de Estudios Gays y Lésbicos de dicha universidad, actualizó la consideración de amantes de Sergio y Baco en dos de sus obras: Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad, y Las bodas de la semejanza. Cristiano católico, Boswell sostiene que hasta el siglo XII la Iglesia no sólo no condenaba la homosexualidad, sino que incluso se celebraban bodas entre personas del mismo sexo. Como prueba, aporta nada menos que 140 manuscritos localizados en las principales bibliotecas de Europa, incluida la del Vaticano, en los que se da cuenta de tales bodas.
Ambos libros atrajeron fuertes críticas por parte de historiadores y teólogos conservadores, sin embargo, la realidad es que al día de hoy, en Estados Unidos, pero también en Europa, cristianos homosexuales, tanto católicos como ortodoxos, tienen a Sergio y a Baco como sus patronos y no son pocos los matrimonios entre personas del mismo sexo que, aun civiles y, por tanto, fuera de sus respectivas Iglesias, se celebran bajo la tutela o la invocación de ambos santos.
Fuentes:
Historia de la Cristiandad.-Diarmaid MacCulloch
Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad.- John Boswell
Enciclopedia Católica.
Imágenes: Internet
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